En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 17 Junio 2019

Eleventh Week in Ordinary Time

Word for today
The Gospel of Matthew 6:24-34

Mamonàs

El griego mamonàs reproduce el estado enfático mamòna del sustantivo arameo de uso común mamòn. La etimología de la palabra es incierta. La derivación más probable es la raíz semítica ‘mn, “aquello en lo que se deposita su propia confianza”; otros traducen: “lo que es depositado”, “lo que ha sido guardado al seguro”. Este vocablo no es atestado en el Antiguo Testamento, de todas formas hacía parte del lenguaje judío, pues se encuentra en textos como el Talmud o en el lenguaje jurídico de la Mishna. Mamòn es aquí definido como “patrimonio”, no sólo en el sentido de dinero sino también de todo lo que es posesión y que puede ser traducido en dinero. Es la posesión de objetos, y a menudo, en el mundo hebreo, se contrapone a la nefèsh, la vida. Mamòn era utilizado también para indicar el dinero que se utilizaba para corromper al juez en los procesos, o el dinero de los chantajes. Por lo tanto mamòn, entre los judíos, tenía un sentido de desaprobación, de crítica, de deshonorable, abyecto. Mamòn estaba siempre en contraposición a los anawìm, o sea los que ponían todas sus fuerzas en Dios. Los hombres de mamòn eran los que confiaban todo de sí a los bienes de la tierra, eran en otras palabras los ricos y los poderosos, que obtenían esta condición de vida practicando la injusticia y el abuso como predadores violentos.
En el evangelio este término aparece sólo en la boca de Jesús que lo contrapone directamente a Dios, definiendo así, sin posibilidad de despistadas interpretaciones, los dos posibles dueños-señores absolutos de la vida del hombre. Dios, la no-posesión, que se vuelve don y gratuidad y mammón, la posesión que se vuelve apego y retención.
Independientemente de cual dueño-señor hayas decidido servir, una cosa es clara: estos dos dueños no pueden ser elegidos y estar servidos por el mismo corazón, en el mismo momento. Son entidades opuestas y generadoras de opuestas energías, y uno excluye siempre el otro. Porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. Es posible el abandono-seguridad en Dios o la seguridad en mammón, que a su vez se vuelve dios.
Cuando sirves a alguien, perteneces a su reino, adhieres a sus reglas, a su reglamento, a sus procedimientos, a sus objetivos, a sus principios. En este contexto, la realidad más devastadora que pueda existir hoy sobre la tierra es que la inmensa mayoría de los hombres, reducidos en miseria y en falta de todo bien indispensable, se encuentre en el servir a mammona y en el odiar a Dios sin ni siquiera saberlo; esto se vuelve en absoluta ventaja para los poderes fuertes y para los predadores, del grupo de la ventajas. Cuando los pobres estarán inspirados para reconocer este engaño al cual están encadenados y se liberen de la posesión y del miedo de aquel poco que podría faltarles, dentro de pocos minutos los poderosos de la tierra verán derrumbarse su castillo de riquezas y poder.
A los hombres no hacen falta guerras y protestas de plaza para restablecer la armonía y la justicia, les sirve una nueva conciencia según la inspiración evangélica.