En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 21 Febrero 2019

Sesta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 8,27-33

Pensar atrás

¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» literalmente: Vete detrás de mí, Satanás, porque no piensas las cosas de Dios, sino las cosas de los hombres.
Ypaghe opìso
“vete detrás”: el verbo ypàgo quiere decir “conduzco, llevo abajo, subyugo, someto, me retiro, me voy”, el adverbio opìso significa “detrás, atrás”.
Jesús literalmente dice: vete, vuelve a meterte detrás de mí, a someterte a mí, eres tú que me debes seguir a mí y no yo que debo venir detrás de ti, y – única vez que en los evangelios Jesús se dirige a un hombre en esta manera – lo llama “satanás”. Satanás significa enemigo, adversario, opositor, acusador. La idea triunfante de Simón Pedro sobre un Mesías victorioso que no debe conocer persecución, escupitajos en la cara, bastonazos, torturas, humillación, cruz y muerte es fruto de un pensamiento satánico, es el pensamiento de un adversario al diseño de Dios.
En otro punto del evangelio (Mateo 4,10) Jesús usa la orden ypaghe, satanà refiriéndose al diablo: lo quiere arrojar, echar fuera sin medios términos; el imperativo de ypàgo no tiene por lo tanto tras él algún adverbio. Al contrario, aquí, en Marcos 8, 33, en seguida después del imperativo ypaghe hay un opìso mu, “detrás de mí”, porque Jesús no está arrojando a Pedro, no está echándolo lejos de él, el corazón de Jesús no hace eso con nadie, nunca. Jesús está dando a Pedro la indicación de donde estar, de donde estar con la mente, está inspirándolo para encontrar otra vez la dirección del corazón, está conduciéndolo por donde ir, hacia el único sitio donde hay dirección y vida: detrás de Jesús.
Delante de Jesús, más allá de Jesús, fuera de Jesús no hay dirección útil, sana, liberadora, pacífica, luminosa. Sólo en la secuela de sus pasos, sólo en la secuela de sus palabras hay dirección, de otro modo no hay ninguna dirección. Si nuestra mente no es continuamente reconducida para quedar detrás de Jesús en la humildad, en el perdón, en la gratitud, en la acogida del presente de Dios, se perderá en cada dirección posible, en cada dirección sin dirección y pensará en las cosas de los hombres, no en las de Dios.