En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 3 Junio 2019

Séptima semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 16,29-33

Dispersos

También Satanás no tiene duda alguna de que Jesús ha salido de Dios y que conoce todo y cada cosa. También Satanás cree en Dios, en el Paráclito y en Jesús, pero seguramente no ama, no conoce el amor y no vive dentro el corazón de Dios y con el corazón en comunión con Jesús y con el Paráclito. Creer, conocer, saber no coinciden nunca automáticamente con compartir, amor, unidad, sin una elección precisa del alma. Por el contrario. Creer sin amor, sin respeto por los demás y por la vida es la fuente de todo fanatismo engañoso, de todo totalitarismo violento, de cada terrible separación y división. Hay un modo de propagar el credo de las religiones que está al origen mismo de la división y de la separación en el corazón de los individuos y de los pueblos. Hay un modo de creer y de hacer creer que crea inedia, ignorancia, envidia, violencia e incomodidad, desarmonía y violencia. Hay un modo de evangelizar a Jesús que deja a Jesús aislado y solo, traicionado y escarnecido en medio a los imperios, a los compromisos, a las montañas de palabras y discursos. Por esto, literalmente en el texto griego, Jesús afirma y profetiza con decisión: He aquí llega la ora, y ha llegado que estaréis dispersos cada uno a sus propias cosas y a mi solo dejaréis. Es una profecía que anuncia tiempos de total separación y división entre los que creen en Jesús y, al mismo tiempo, va más allá, mucho más allá en tiempo y espacio, hasta los días violentos de su condena y muerte. Jesús anuncia y profetiza que un cierto modo de proponer el credo, un cierto modo de dar a conocer la fe y de hacer creer en Jesús a lo largo de la historia, aunque prolongado con empeño perseverante, fervor indeformable, fanatismo legalizado, será el modo seguro para traicionar a Jesús y dejarlo solo en medio a la historia, desatendido por el corazón y mofado por la mente del hombre. Este cierto modo de proponer a Jesús frío, vivido sólo por deber, fanatismo, voluntarismo, sin alma y amor, será la manera cierta para encender el motor mismo de la gigantesca máquina que está viajando hacia la división y la separación de los creyentes en Jesús, en infinitos arroyuelos y raíces sin más sal y fuerza para oponerse al Maligno e iluminar el mundo.