En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 25 Junio 2019

Duodécima semana del tiempo ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 7,6.12-14

Ùtos

Literalmente: todas por tanto cuantas las cosas queréis que hagan a vosotros los hombres, así [en griego ùtos] también vosotros haced a ellos: esta de hecho es la ley y los profetas.
Ùtos, adverbio, determina el modo, la cantidad, la calidad de la acción del hombre. Ùtos indica “exactamente esta cosa y en el modo de esta cosa”, significa “de esta manera, así tanto, la misma cosa”. Cuando el hombre esté intelectualmente y espiritualmente dispuesto y listo para aprender la ley del ùtos, del “de la misma manera”, no hará falta otras leyes, ni de profecía.
Pero hay algo más. El ùtos es una ley en “ida y vuelta”. ¿Qué quiere decir?
Esto es el primer procedimiento madre del evangelio, el procedimiento matriz que deriva de una de las más importantes y jerárquicamente primeras leyes dominantes que rigen el universo y cada vida: la ley de acción/reacción.
Todos los pensamientos y todas las acciones generan y mueven cierta tipología de energía, que varía de vez en vez por potencia, calidad, perfil. Cada energía que movemos es una acción que crea una reacción igual y proporcionada a la energía inicial. Cada energía desarrollada, cada acción movida regresa a la persona o al pueblo que le ha dado inicio, que la ha lanzada y suscitada, establecida. Un juicio mental acusatorio, una palabra de condena gratuita hacia un semejante nuestro es energía que decidimos suscitar, es una acción que decidimos emprender; aquella misma energía, con aquella misma fuerza, volverá a nosotros de una manera-ùtos perfectamente correspondiente, como juicio mental acusatorio, condena gratuita. Así es si decidimos desarrollar misericordia, gratitud, perdón, comprensión, amor y gozo.
Una vez conocida esta ley dominante, se vuelve claramente estúpido mover energías conflictivas, de rabia, ira, condena, venganza, competición, envidia con respecto a quienquiera, visto que la decisión de suscitar y mover estas energías corresponde a la decisión de vérnoslas perfectamente recaer todas encima y contra con la misma violencia con la que las hemos generado y cultivado. Una vez conocida esta ley dominante es claramente sabio y provechoso mover energías de comprensión, de compartición, acogida, misericordia, perdón, gratitud, confianza con respecto a quienquiera, visto que la decisión de suscitar y mover estas energías corresponde a la decisión de vérnoslas retornar, perfectamente entregadas en la vida y en el corazón, con la misma fuerza, calidad, perfil con las que las hemos generado y cultivado. El Evangelio especifica, en relación a esta ley, que dicho procedimiento sólo en caso de persecución funciona con una acepción diferente: de eso Jesús es un estupendo ejemplo. En caso de persecución se recibe rabia, odio, calumnia, condena, violencia y muerte sin haberlos sembrado ni suscitado, por el contrario se puede ser perseguidos exactamente porque se ha decidido emprender la vía del Evangelio y de Jesús. 
El Evangelio insiste más de una vez sobre esta ley-procedimiento: el que toma la espada fallece por espada; el que oprime será oprimido, el que juzga será juzgado, el que condena será condenado, el que mide será medido. Todo en el universo funciona así, siempre. Por eso Jesús enseña a vivir en el amor y en el perdón; esta manera de vivir es la cosa más inteligente y ventajosa que enseñar si deseamos que amor y perdón regresen a nosotros.
Todos los poderes fuertes, los grandes poderes y reinos, las milenarias dinastías de algunos imperios, que han violado este principio del amor, una vez conquistados, ya han sido medidos sobre esta tierra con la misma medida: las injusticias, las vejaciones, las humillaciones, las violencias han sido hechas a ellos, directamente. La manera con la que han sido borrados del mapa demuestra claramente la manera con la que han gobernado o aplicado la ley del ùtos. En Isaías 33,1 esto está dicho con potencia inaudita y casi inquietante.
Jesús pone una advertencia importante sobre la manera de hacer conocer y anunciar a las gentes la ley del ùtos, que es en otras palabras la síntesis de todo el evangelio. Literalmente dice: No déis el objeto santo [en griego: tò àghion] a los perros, ni tampoco echéis las perlas [en griego: margarìtas] vuestras ante los cerdos, para que no las pisen con sus patas y, una vez que se hayan dado la vuelta, despedacen a vosotros. Jesús avisa-explica-advierte a los discípulos que no ofrezcan el objeto santo, el evangelio y los divinos procedimientos en él guardados, en este caso la ley del ùtos, a dos categorías de personas: los que por ignorancia no pueden entender, porque no poseen los elementales planes comunes de comunicación, y los que, por prejuicio y arrogancia, no quieren entender. El evangelio no es difícil, por el contrario, está escrito con simbologías e imágenes sencillas recogidas de la vida de todos los días, para ser por todos comprendido y entendido, pero necesita un mínimo de honestidad intelectual por parte de quien lo escucha, para ser apreciado en su novedad y considerado en su potencia iluminante. Se debe precisar que la honestidad intelectual no corresponde nunca automáticamente a la preparación y al estudio académico, sino está garantizada por otros factores espirituales e intelectuales.
Ofrecer en las manos, en la mente, en la boca de estas dos categorías de personas el objeto santo, el evangelio, y las perlas, los procedimientos evangélicos, les proporciona inevitables motivos de mal entendidos que en su cumbre se volverán necesariamente semillas generadoras de rebelión, oposición, conflicto, batalla, persecución, violencia.