En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 10 Agosto 2019

San Lorenzo, diácono y mártir

Palabra del día
Evangelio de Juan 12,24-26

¿Para qué sirve?

¿Por qué tengo que morir? Pregunta la semilla al hilo de hierba. ¿Por qué tengo que morir? Pregunta el hilo de hierba a la espiga. ¿Por qué tengo que morir? Pregunta la espiga a los granos. ¿Por qué tenemos que morir? Preguntan los granos a la harina. ¿Por qué tengo que morir? Pregunta la harina al pan. ¿Por qué tengo que morir? Pregunta el pan a la boca. Porque lo que no muere no se transforma, y lo que no se transforma no se vuelve lo que ya es en esencia y por lo tanto no da fruto, sino queda separado, separado del Uno. No es la muerte el corazón de esta evolución, la muerte es sólo el término simbólico que representa el mecanismo necesario, sobre esta tierra, para dejar ir una parte, para servir la vida y entrar en el todo. El corazón de todo este extraordinario proceso es la vibración. La energía de la vida vibra en cada ser viviente y realidad del universo de aquella particular manera que le determina la forma, la dimensión, el funcionamiento. Todo es vibración, cada cosa es vibración. Si la semilla teme perder su vibración, si permanece tenazmente concentrada en su vibración de semilla y quiere poseer su vibración de semilla, nunca se volverá hilo de hierba, nunca se acercará a su esencia, no servirá al todo, no procederá hacia el Uno; permanecerá separada, permanecerá sola y no dará ningún fruto. Este mecanismo permite a la oruga de dejar ir para siempre su acomodación para extender las alas de mariposa, permite al glaciar de derretirse y desaperecer en el torrente, al torrente de echarse en el río y al río en el mar. Esta es la manera en la cual todo glorifica, así, a Dios.
De esta manera, vibración tras vibración, cada ser, cada realidad viviente, si deja ir, si de alguna manera cede aquella vibración que le es propia, para servir al todo, da mucho fruto, es muy útil, procede hacia el Uno; y el Uno honra sin descanzo este morir, volviendo a donar armonía a todo y a cada cosa.     
En este proceso la Vida Suprema, Dios Padre celeste, vibración tras vibración, todo está orientando hacia sí, hacia la unidad y la armonía. Retener, poseer, no dejar ir es por cierto la manera más eficaz y segura para no ser útiles a nadie, para no dar fruto, quedar solos y tristes, lejanos del Uno, sin armonía.  
Jesús expresa todo eso de manera sencillísima e inmediata. Si el grano de trigo, caído en tierra, no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. Él que ama su vida la pierde y él que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Él que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si uno me sirve, el Padre lo honrará.