En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Tuesday 8 October 2019

Vigésima séptima semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 10,38-42

Ser o dispersarse

El texto dice: María, sentada a los pies del Señor. El verbo griego aquí utilizado es parakathìzomai, y, en todos los evangelios, aparece sólo una única vez, exactamente en este brano de Lucas, como si indicara que el evangelista se encuentra delante de una realidad singular, particular, hasta necesitar una palabra inusual para que sea transmitida y que permanezca bien imprimida en la mente del oyente, del lector. Formado por las preposiciones parà, “cerca de”, y katà, “abajo”, unidas al verbo ìzo, “pongo cerca, al lado, me siento cerca”, aún mejor, “me quedo, me siento establemente”, del acadio izezum, “estar, ser puesto, ser colocado”, parakathìzomai significa “me hago sentar cerca, al lado, me hago estabelecer, me hago dimorar, me hago acampar de manera firme allí cerca, allí al lado”. María está sentada cerca de los pies de su Señor, es sierva de su Señor pero no es esclava de ningún otro sobre la tierra y en el mundo. María sabe estar humildemente y firmemente ante los pies del Señor, por esto no se agacha para nada hacia los pies de las convenciones, de las convinciones y de las costumbres del adiestramiento humano, ante los pies de las esperas de la etiqueta y del galateo. María está sentada, está cómodamente y mórbidamente “enclavada” ante los pies del Señor y al mismo tiempo su espíritu es el espíritu de una mujer estupendamente y solemnemente de pie, una mujer libre, real, inteligente, grata, autónoma, independiente, sabe qué es necessario de verdad, sabe qué elegir, sabe cuál es su tesoro, el tesoro que nadie en el mundo podrá nunca quitarle.
Marta, que muy estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa. El verbo aquí utilizado es perispào. También aquí estamos delante de un verbo que aparece sólo esta vez en los cuatro evangelios, y que es utilizado en el texto en forma pasiva. Perispào significa: “tiro, echo alrededor, arranco, saco, quito, llevo en otro lugar, distraigo”, de la raíz acadia sapachu, “dispersar, tironear por todas partes”. Por lo tanto, con respecto a Marta, se traduce: “es quitada fuera de alrededor, alejada alrededor, distraída, dispersada por”. Marta está de pie, toda atareada pero en realidad su espíritu es tá dispersado por la preocupación, distraído por su propio centro, es un espíritu agachado, doblado, esclavo de la circustancia, de las costumbres, de la forma, del miedo de no estar a la altura, de no corresponder a las esperas del momento y de las esperas de los demás.
María escucha, es interiormente firme, dimora al seguro y establemente, Marta se calienta los cascos, se gira alrededor, desperdigándose y dispersándose.
María, así sentasa y centrada, escucha la Palabra que sale del corazón de Jesús, escucha las palabras de amor que salen del diálogo interior del Señor de la vida. Marta, así de pie y dispersada, escucha las palabras de rabia que salen de su propio corazón, y del diálogo interior mortal de su propia mente. Marta, decentrada y dispersada de esa manera, se mete al centro de la escena y de la atención con palabras ácidas y socarronas de vitimismo, que acusan a Jesús y a la hermana de negligente abandón, de desinterés y falta de visión de la situación, de insensibilidad y de indiferencia. Marta escucha y se alimenta de las palabras que salen de la propia mente, palabras impertinentes y perentorias que ordenan hasta a Jesús qué tiene  que hacer, visto que no llega a entenderlo sólo: Dile que me ayude. Palabras amargas, con las cuales Marta acusa la hermana de tenerla desatendida, de tenerla dejada sola a ocuparse de las cosas a que hacer, palabras que revelan cuánto el corazón y la mente de Marta estén inmergidos en la envidia, en el pensar mal de Jesús, en conflicto con sí misma y con los demás.
María representa una tipología de humanidad que para hacer el bien se acuclilla, se centra ante los pies del Señor, dialogando en el corazón y en la mente con las palabras del Maestro Jesús, sin nunca pensar mal de Dios. Marta representa aquella humanidad que creyendo hacer el bien se dispersa y se desperdiga en miles de convinciones y convenciones humanas, preocupaciones y esperas de los demás, piensa mal de Dios y de los hermanos, vive inmergida en la tensión provocada por la envidia, vive para concentrar la atención de los demás hacia sí.
María desea ser rica y, para enriquecerse, hace espacio dentro de sí a Jesús, que reconoce como su tesoro, tesoro que nadie nunca le podrá quitarle. Marta desea ser rica y, para enriquecerse, pretende tener espacio en los demás que, si no se lo conceden, se hacen enemigos y adversarios a combatir, n un continuo estado de tensión e intolerancia que nadie nunca podrá quitarle.