En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 17 Febrero 2020

Sexta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 8,11-13

Suspiro

Una persona está hundiéndose en las arenas movedizas. Ya está casi hasta el mentón y el fango le está llenando la boca. Llegan a socorrerlo. El socorrista lanza una cuerda, y con un lanzamiento perfecto la cuerda llega precisa a un centímetro de la boca del desafortunado que está hundiéndose. Sería suficiente aferrar con los dientes el cabo de la cuerda para ser salvado. Pero, el que está hundiéndose, no hace caso a la cuerda. Es evidente que le sería suficiente un gesto muy simple y firme para salvarse, aferrando el cabo, pero nada, no hinca los dientes en la cuerda, empieza por el contrario a gritar que quiere una señal, una señal que le de la prueba que el que lo está salvando sea verdaderamente allí para salvarlo. ¿Qué decir? ¿Qué hacer?
Hasta el dulcísimo Jesús, frente a esta generación, que al borde del abismo todavía discute y pide pruebas y señales a Jesús, hasta el dulcísimo Jesús no logra retener un mudo y desolado suspiro y, dándose la vuelta por la otra parte, cumple un gesto que quita el aliento y hace temblar los abismos del universo: Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.

Nosotros somos pobres Señor,
enfangados, oprimidos por muchas cosas,
lentos en el camino del amor,
casi ahogados por el engaño y por el miedo,
pero sálvanos Señor.
Sálvanos Señor,
nosotros no te pedimos señales,
no te hacemos interrogatorios,
no te pedimos pruebas,
llévanos salvos hacia la otra orilla, Señor.
Te imploramos con todas las fuerzas,
que no te vayas a la otra orilla sin nosotros.
Amén