En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 28 Febrero 2020

Después del Miércoles de Ceniza

Palabra del día
Evangelio de Mateo 9,14-15

La alegría

La infelicidad se ocupa continuamente de la propia insatisfacción y protege su estado bajo la capa del deber y de los sentimientos de culpa. Por eso la infelicidad necesita la ley para fantasticar y la ley necesita a los infelices para prosperar.
Ser infelices es el más grande y el peor de los pecados, es como sentirse continuamente ofendidos por la vida y en revuelta contra Dios. Jesús, el Hijo de Dios, nos hace visita, planta su tienda entre nosotros, nos calienta con su amor y su compasión, nos libera del engaño, seca nuestras lágrimas, revela los procedimientos sagrados para una vida feliz, llena de alegría, de salud, de bienestar, de un compartir luminoso y, como respuesta, la mente humana germina estupidez, se compone en pensamiento, profiere palabra y dice: ¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?. Es como decir: ¿por qué vosotros que estáis con Jesús no sois tristes y no hacéis cosas tristes, en manera triste? Si sois discípulos de una religión o de una espiritualidad, debéis a la fuerza tener vuestra dosis de tristeza y legalidad, grisura y deber, sentidos de culpa y leyes, de otro modo ¿qué vacua espiritualidad estáis siguiendo y practicando?
La respuesta de Jesús revela que sí llegarán los días de la tristeza y del llanto, de la infelicidad y del luto, pero no llegarán de seguro porque esto está en la voluntad de Dios o porque el luto y la tristeza hagan parte de su corazón o sean un pasaje indispensable al crecimiento evangélico. Según el evangelio ni siquiera el ayuno debe llevar tristeza, a lo contrario, debe ser hecho sólo y exclusivamente por amor, con alegría y por gratitud. Llegarán también los días del luto, pero llegarán porque Jesús, el Amante, el Esposo de la humanidad será echado fuera del mundo con la traición, la tortura, la muerte violenta. La humanidad es infeliz únicamente porque, tentada por Satanás, ha perdido la vía del amor y de la intimidad con Dios, el Esposo, el Amante, y ha seguido la vía de la maldad y de la estupidez. La infelicidad no hace nunca parte de los proyectos de Dios, no es nunca, nunca, nunca fruto de la voluntad, del deseo, de la prospectivas de Dios Padre Hijo y Espíritu Paráclito.