En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 3 Abril 2020

Quinta semana de Cuaresma

Palabra del día
Evangelio de Juan 10,31-42

¿Qué tienes en la mano?

¿Qué tienes en la mano?¿Qué tienes en la mano? ¿Qué aprietas en la mano todos los días? ¿Qué retienes, qué cierras en la mano con tanta fuerza?
Si aprietas en la mano las expectativas de los demás, verás tu vida volverse incesantemente gris porque no lograrás nunca llevar a cabo la tarea por la cual has nacido. Si aprietas en la mano las heridas y las humillaciones que te han traspasado el corazón, verás tus días desnudarse de toda posibilidad de vivir el presente, ahogados en el sentimiento de culpa por el pasado y en el terror hacia el futuro. Si aprietas en la mano tus  penas y tus fracasos, serás de un aburrimiento y un aburrido inconcebibles. Si aprietas en la mano los bienes terrenos, serás fácil servidor de los predadores, esclavo del yugo de la posesión y no serás nunca más feliz. Si aprietas en la mano los aplausos fragorosos del éxito y la librea de la imagen, dejarás de ser tu mismo aún antes de iniciar a serlo. Si aprietas en la mano piedras para lapidar a ti mismo, no conocerás nunca ningún camino de amor. Si aprietas en la mano piedras para lapidar a los otros, puedes dejar de pensar o de desear un solo día de paz en tu vida. Si, solo por prejuicio, aprietas en la mano piedras para lapidar a Jesús y a la evidencia desconcertante de la eficacia de sus procedimientos, predisponte a la estupidez intelectual, al vacío espiritual y a la dureza cardiaca. Si aprietas en la mano piedras para lapidar de cualquier forma la maravilla del don de la vida, prepárate a tener que vértela, antes o después, con una prepotente tormenta de viento que te arrojará en la cara, bajo forma de polvo, todo aquello por lo cual habrás luchado y bregado. Si aprietas en la mano piedras, de piedra es el corazón que tienes en el pecho, el cerebro que tienes en el cráneo, la mirada que tienes en los ojos, las palabras que salen de tus labios, los deseos que nacen de tu alma.