En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 9 Septiembre 2020

Vigésima Tercera semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 6,20-26

Como la ve

Un día el Señor nos concederá ver la vida exactamente como la ve él. Nos concederá ver la naturaleza, la creación, los cielos y la tierra como los ve él. Nos concederá ver la vida, nuestra vida, nuestra mente, nuestro corazón, nuestras elecciones y acciones como las ve él. Será un día terrible y glorioso. Terrible, porque en aquel día veremos a nosotros mismos, nuestras acciones, intenciones, aspiraciones, ilusiones exactamente como él las ve ahora en nosotros. Veremos nuestra ignorancia, la arrogancia, la ambición, el poder, la riqueza, los apegos como él los ve. Día terrible, porque veremos, sin errores ni justificaciones, el grado de ignorancia, de arrogante soberbia, el engaño, la mentira, el no amor, el conflicto, la infelicidad en que siempre hemos vivido, y sufriremos, sufriremos, sufriremos. Sufriremos de una manera tan atroz e inconsolable que, si el Santo Paráclito Consolador y Defensor no nos envolviera inmediatamente entre sus brazos de compasión, con dulcísimas palabras de amor y consuelo, moriríamos en seguida. Día glorioso, porque al final en aquel día, cuando veamos nuestra vida como la ve Dios, la verdad brillará en cada fibra de nuestro corazón y en cada sinapsis de nuestra mente, como un maravilloso sol surgido desde lo alto, para curar toda enfermedad y pecado, herida y miedo, para siempre. Día glorioso, porque, si hemos intentado, con corazón sincero, cada día de la vida, cumplir la voluntad de Dios – y está escrito –, nosotros seremos resplandecientes y bellos como el sol, en el reino sin fin del Amor de Dios Padre (Mateo 13,43).
Las Bienaventuranzas y los Ay de vosotros que Jesús nos revela, tan sintéticamente recogidos en esta página de Lucas, son ya la descripción exacta e inequívoca de cómo Dios ve nuestra vida, antes del día terrible y glorioso. A cada uno de nosotros tener en debida cuenta o menos sus palabras.