En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 23 Noviembre 2020

Trigésima cuarta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 17,1-6

Fe y magia

Lo opuesto a la fe no es la incredulidad, sino la magia. La fe es el poder del deseo, la magia, es el deseo del poder. El reino de Dios, el estilo de vida nuevo que Jesús ha venido a revelarnos, es una nueva espiritualidad de nivel superior que está fundada en la fe en Dios y en sí mismos. La fe es conocer la fuerza y el poder del deseo como nos enseña Jesús en cada rincón de su evangelio: «Ve, y que suceda como has creído» (San Mateo 8,13). El reino del maligno, del príncipe de este mundo, está fundado sobre la magia, sobre el deseo del poder y sobre la sed del éxito y del prestigio. El único objetivo de la fe es tener la fuerza para amar y perdonar más allá de toda medida y límite, para vivir y hacer vivir en armonía y en el bienestar. El único objetivo de la magia es tener la fuerza y el poder para obtener predominio más allá de toda medida y límite, para vivir en el bienestar perjudicando el bienestar de los demás y los equilibrios de la madre tierra. La fe realiza los deseos de bienestar a través de la comunión, del compartir, del amor, de la humildad. La magia realiza su deseo de poder a través del éxito, del dinero, de la imagen, de la ambición, de la vanidad, de las modas, del conflicto. La fuerza de la fe no supera inmediatamente todo los problemas y las dificultades, sino que abre siempre, al corazón y al pensamiento del hombre, nuevas perspectivas inesperadas para nuevas soluciones y armonías, según los planes y las vías de Dios. La magia en cambio es ávida de soluciones extremas, finales, soberbias, altisonantes, provocativas, enervantes, milagrosas, rimbombantes, fuera de las leyes naturales, para nada graduales, son un ejemplo las propuestas mágicas del demonio en sus tentaciones a Jesús. La fe es siempre innovadora, la magia es convencional. La fe quiere el cambio, la magia quiere asombrar. La fe es creativa, la magia es repetitiva. La fe es evolutiva, la magia es involutiva. La fe nació para inspirar, la magia para polarizar. La fe pide metànoia, la inversión de la orientación mental y espiritual, la magia trata de convertir a la superstición. La fe recoge el conjunto de las facultades humanas para expresar en una libre elección de amor, más allá de lo comprensible y de lo visible, la magia es el conjunto de los medios que despiertan la credulidad. La fe da potencia al pensamiento del hombre, la magia agiganta la mente del hombre, vaciándola del pensamiento. La fe hace posible la obra sin confines del amor, en vez, la acción más gigantesca de la magia es haber dado leyes a los hombres. Como la hierbas malas imperan donde no hay cura y cultivación del terreno, así la magia germina desde el abismo y el vacío de la fe, no de la mente de los magos. Quien no tiene fe debe forzosamente confiarse de la magia, aunque no lo sepa. La fe no piensa nunca mal de Dios, la magia se sustituye a Dios, considerándolo inerte e incapaz.
Con las palabras de San Francisco de Asís, quien tiene fe reza de esta manera: Señor, dame la fuerza para cambiar las cosas que puedo modificar y la paciencia para aceptar las que no puedo cambiar y la sabiduría para distinguir la diferencia entre unas y las otras. Quien tiene fe repite continuamente en el propio diálogo interior las palabras de San Antonio de Padua que decía así: Ten una fe viva en Dios, todo lo demás vendrá solo. Con las palabras del príncipe de este mundo, el diablo, quien no cree y vive bajo el poder-magia reza así: ¿por qué, si eres el Hijo de Dios, no transformas estas piedras en pan para que así desaparezca el hambre de la tierra? ¿Por qué, si eres el Hijo de Dios, no te tiras abajo y te salvas, y no haces lo mismo por todos los que en este momento están en peligro de vida? ¿Por qué, si eres el Hijo de Dios, no aceptas tener en tu poder, en un instante, todos los reinos del mundo en toda su magnificencia, no a través del lentísimo procedimiento de la libertad del amor, sino a través de tu omnipotencia y de un simple acuerdo con las potencias del mal? Quien vive bajo el yugo de la magia se repite continuamente en el diálogo interior las palabras de la duda y de el sospecho: Si eres Dios de bondad infinita, ¿por qué permites el mal? ¿Por qué no trabajas mágicamente para resolver todos los problemas del mundo? ¿Por que, si eres Dios, te haces cómplice del mal y de la destrucción del mundo? Jesús afirma: Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería, es decir afirma que el hombre no tiene el control de nada, pero, viviendo en la fe y por amor al nombre de Dios, recibe como don de Dios la posibilidad de hacer lo imposible para ventaja y bienestar del hombre mismo y de todos los hombres.
Para la fe lo imposible es cumplir lo que puede ser más allá de la ley y de las fuerzas naturales, pero en armonía divina y al servicio del bien de todos. La magia afirma que el hombre tiene el control y el poder sobre todo y por lo tanto todo le es posible, y sobre todo y sobre cualquier cosa, puede poner sus manos y verbo, para manosear y manipular, sea sólo por divertimiento, experimentación o porque le garantiza de algún modo una ventaja personal y un beneficio propio. Para la magia hacer lo imposible es un derecho, es hacer contra el nombre de Dios y en oposición a las leyes y a las fuerzas naturales, persiguiendo las propias comodidades e intereses.