En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 27 Noviembre 2020

Trigésima cuarta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 11,15-26

El orden de Satanás

El reino de Satanás, para tenerse de pie, como dice Jesús, no conoce división, defecciones, traiciones, deserción, distracciones, infidelidades, negligencia, desprevención. Los demonios a las ordenes de Satanás odian a Dios e incluso a Satanás, odian el hombre y la vida, pero son siempre perfectamente obedientes y sumisos, porque esto les permite tener poder y ejercer el poder. El reino de Satanás se rige sobre un alucinante, perversa, horrible, absurda, espantosa, delirante forma de unidad. En el reino de Satanás todos los demonios se odian de la manera más violenta y feroz, no están de acuerdo en nada, no quieren compartir nada, pero al mismo tiempo nadie va en contra del otro y todos respetan, absolutamente sumisos, las jerarquías, sin ninguna discusión o repensamiento. El reino de Satanás es la más avanzada y lograda forma de globalización jamás realizada, y Satanás usa esta forma de control, dominio y supremacia total para crear en la tierra la misma forma de globalización, que los potentes del mundo llaman “nuevo orden mundial”. Satanás ha hecho un intento de globalización también en los tiempos de la torre de Babel y el Señor ha sido obligado a intervenir para conjurar la autodestrucción de la humanidad (Génesis 11).
En el mundo de Satanás el verdadero poder es ejercer una fuerza capaz de influir y planificar las elecciones de los hombres para llevarlos a construir un nuevo orden mundial, así que poquísimos verdugos puedan someter y manipular enteras poblaciones. Para realizar este plan Satanás debe actuar a través de sus servidores e introducirlos en los lugares de mando para acostumbrar los pueblos a este cambio, un cambio que viene planteado a la gente siempre a través de objetivos reales y declarados. En el nuevo orden mundial cada cosa tiene una dúplice finalidad: la primera finalidad es aparente, ella lo volverá admisible para la gente, la segunda es la finalidad verdadera, que promoverá los objetivos útiles a la constitución del nuevo sistema.
Estos algunos de los pasajes fundamentales del nuevo orden mundial deseado por Satanás, para controlar y subyugar la humanidad, a través de sus servidores. El nuevo orden mundial deberá actuar antes que nada sobre el control demográfico, favoreciendo el aborto legalizado como control de la población, la educación sexual finalizada al mínimo aporte procreativo, la diminución de la importancia de las familias, la eutanasia. Se volverá necesario limitar la posibilidad de acceder a las visitas medicas para curarse y planificar el control sobre la ciencia médica y la tecnología de la producción de fármacos, de manera tal que la orientación terapéutica sea únicamente sintomática.
Para el nuevo orden mundial será necesaria la fusión de todas las religiones, las viejas religiones entonces deberán desaparecer. El aparato religioso ahora existente será funcional a esta finalidad, en cuanto las iglesias son una voz escuchada por la gente y por lo tanto útiles a persuadir los pueblos a la idea según la cual el cambio sería para su verdadero bien y por lo tanto deseado por Dios.
La iglesia católica ha expresado claramente que no sólo entiende apoyar este proyecto para el control mundial, sino, como afirma un documento oficial emitido por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz, querrá ser su centro propulsor e ideológico. En el documento se lee: “Recogiendo el llamamiento del Santo Padre, y, al mismo tiempo, haciendo propias las preocupaciones de los pueblos – sobre todo de aquellos que mayormente sufren el precio de la situación actual -  el Pontificio Consejo de Justicia y Paz, en el respeto de las competencias de las autoridades civiles y políticas, entiende proponer y compartir la propia reflexión «Para una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública a competencia universal»” (Ciudad del Vaticano, 24 octubre 2011).
Desde una perspectiva cultural, el nuevo orden mundial aguarda la completa reestructuración del sistema de instrucción como método de adoctrinamiento, de manera tal que las generaciones jóvenes pasen la mayoría del tiempo de su adolescencia en la escuela en realidad para aprender siempre menos y así apagar toda su nostalgia de verdadera libertad y realización personal.
Desde una perspectiva política las instituciones tendrán que ser reestructuradas para el control absoluto de la comunicación mundial de las informaciones y, a través de la red de las leyes y de los ordenamientos, para reglamentar toda elección de vida, de diversión, de actividad económica, manera de viajar, de conocer, de curarse, de relacionarse, de inventar, construir, alimentarse, cultivar, habitar. En el nuevo orden mundial toda la ciencia, la tecnología, la economía, el mercado mundial tendrán que estar en manos de poquísimas estructuras organizadas, manejadas por un único banco, protegidas por un único ejercito. El deporte y las competiciones deportivas en gran escala tendrán que ser utilizadas para catalizar el descontento, y, al mismo tiempo, la sed de éxito de las masas, y además como válvula de desahogo de la violencia controlada. La creación de ídolos del mundo del deporte, de la música, del espectáculo, tendrá que facilitar la inmediata indentificación de millones y millones de hombres y mujeres de las clases sociales más pobres con modelos que encarnen el deseo de victoria y de éxito, para exorcizar su estado de depresión, sumisión, infelicidad y miedo.
Satanás ha organizado las cosas de manera tal que cuando el nuevo orden mundial será proclamado oficialmente, será pedido a los pueblos una suscripción de fidelidad absoluta al sistema sin rémora o reserva alguna, y quien no suscribirá su fidelidad será considerado un disidente peligroso, un terrorista criminal y será eliminado, pero sin hacer de ello un mártir. Satanás quiere instaurar su reino infernal en la tierra según sus reglas, que son las reglas de la globalización total, concentrando todos los poderes en pocas manos, para someter y depredar todo lo demás.
Jesús no se opondrá a todo esto, no hará la guerra al sistema, Jesús muestra una vía a quien todavía quiere ver, inspira un cambio completamente diferente a quien aun quiere cambiar verdaderamente. Jesús afirma: El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Afirma que en cualquier parte del mundo, donde un hombre o una mujer no viven y no luchan – luchar no significa combatir – con el corazón compasivo por la verdadera libertad, por la verdadera justicia y el verdadero conocimiento, allí se está construyendo el reino del Maligno y se está sembrando sólo para la destrucción. Con estas palabras Jesús afirma también que quienquiera en el mundo, más allá del credo, de la religión, de la ideología, viva y luche con el corazón compasivo por la verdadera libertad, por la verdadera justicia, por el verdadero conocimiento, allá se está construyendo el reino de Dios. Todo lo que está construido según la energía y los procedimientos del reino de Dios, nunca irá perdido y destruido, pero de todo lo que habrá sido construido con las energías y los procedimientos de Satanás, no quedará que polvo y ceniza. Nunca en la historia de la humanidad, como en estos tiempos, la vida está pidiendo expresamente a todos los hombres y a las mujeres del planeta de que parte querrán luchar. La elección no la harán los potentes de la tierra, la elección la harán los pueblos y los individuos.