¿Qué autoridad?
Versículo 23: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?»
El término griego exousìa, tan usado en los evangelios y aquí traducido con “autoridad”, es un término que tiene una doble valencia semántica de palabra y signo. Exousìa es una enseñanza que obra, una Palabra que al mismo tiempo mueve y realiza. Exousìa indica en general la facultad, el permiso, la libertad, la posibilidad, por lo tanto se puede traducir con “poder, potencia, señoría”, por lo cual también “abundancia de medios, esplendor”.
Los doctores de la ley preguntan a Jesús de dónde le llega esa autoridad, que no es por cierto la de tipo técnico-intelectivo que les había procedido por el estudio de la gramática y de la escritura o más precisamente de la repetición de las opiniones de los grandes maestros de la Ley que los había precedido.
¿Con qué autoridad, Jesús, enseñas cosas nunca oídas? ¿Con qué autoridad revelas verdades y procedimientos ocultados a los doctos y a los sabios de la tierra? ¿Con qué autoridad explicas cosas que iluminan la mente, enardecen el corazón, abren perspectivas infinitas, cosas de la cuales los académicos no saben nada? ¿Con qué autoridad, Jesús, con tus palabras inspiras, inspiras, inspiras? Inspiras al cambio en vez de la repetición, inspiras felicidad en vez de la búqueda del éxito, inspiras al desapego en vez de la posesión, inspiras a dejar ir en vez de retener? Inspiras a la providencia en vez de a la mala suerte, inspiras paz en vez de venganza y justa punición? ¿Con qué autoridad inspiras al amor en vez de al deber, inspiras a seguir los deseos de Dios en el corazón en vez de someterse a las expectativa de los demás? ¿Con qué autoridad inspiras a no solucionar nuestras desarmonías personales y sociales de forma sintomática, sino a encontrar el remedio buscando de comprender humildemente y sabiamente las causas? ¿Con qué autoridad haces esto, Jesús? ¿No es tal vez un abuso de poder?
¿Con qué autoridad digo lo que digo?
Con la misma autoridad, con la misma potencia y esplendor con los cuales también hoy he dicho al sol de levantarse del horizonte y avanzar en su camino, arrastrando consigo vuestro planeta por el universo en medio de cien millones de billones de estrellas.
La estupidez, con la misma arrogancia con la que no ve la evidencia de la realidad y no reconoce el lenguaje de la racionalidad, pregunta a Dios la razón de su esplendor y de su potencia.