En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 13 Enero 2021

Primera semana del Tiempo ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 1,29-39

Una jornada de Emmanuel

Por la mañana, Emmanuel, el Dios con nosotros, se encuentra en la sinagoga, entre miradas amigas y enemigas, para predicar la Palabra, para entregar las llaves del conocimiento, para iluminar e inspirar corazones y mentes, para abrir nuevos caminos, las vías para la felicidad.
En las primeras horas de la tarde, una pequeña pausa en casa de la suegra de Pedro, que, entre otras cosas, está enferma, tiene fiebre. Jesús, al cual le ha siempre agradado su arte culinario, se acerca a la cama donde yace extendida, se hace contar el motivo de esa fiebre y de ese cansancio. Jesús trae consuelo, imprime valor, vacía la desconfianza, inspira amor. Jesús toma de la mano a la mujer y la hace levantar para que inmediatamente pueda hacerse útil en dar de comer a todas aquellas bocas jóvenes. La mesa de amigos se ilumina de fiesta, se come y se bebe, se relata, Jesús explica, se canta y se bendice, se reza hasta casi el anochecer.
Después del ocaso, cuando finalmente el sol cede el paso a un poco de frescor, toda la ciudad, miles y miles están en la puerta y se desata la imploración. Los deseos imposibles se transforman en oración cierta, las enfermedades invencibles, en curaciones gratuitas e inmediatas, el dolor incurable se transforma en llanto de gratitud y paz. Los demonios gritan y se revuelven y son expulsados, toda desarmonía disuelta en la paz y en el bienestar.
Pasan las horas, se encamina la noche, pero aún antes de que llegue la mañana, Emmanuel se encamina hacia un lugar apartado, por el sendero del amor, y allí, completamente solo, se detiene para rezar, para agradecer, para alabar, para amar al Padre en el Espíritu.
Apenas se hace de día, Pedro y los amigos se acercan a sus huellas, siguen el sendero y lo alcanzan. Quisieran que se quedara en aquel pueblo pero Él debe ir más allá, a otras sinagogas, otras plazas, otras miradas amigas, otras miradas enemigas, otras curaciones, otros corazones, para liberar de la ignorancia e inspirar al amor.
Bendito Emmanuel, y benditos tus días todavía aquí entre nosotros en todas partes donde caminan y viven tus hijos.