En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 26 Enero 2021

Santos Timoteo y Tito, obispos

Palabra del día
Evangelio de Lucas 10,1-9

Antes que nada

Para ser felices, los pobres no necesitan antes que nada de riqueza, ni los ricos tienen que, antes que nada, renunciar a todos sus bienes; los hambrientos no necesitan antes que nada de pan, ni los esclavos de libertad. Para ser felices, los ignorantes no necesitan antes que nada de conocimiento, los frágiles no necesitan antes que nada de fuerza, ni los pecadores de santidad. Para ser felices se necesita antes que nada y antes de cualquier cosa de inspiración. La inspiración cumple en el corazón algo que ninguna otra realidad logra cumplir: la mutación, la metànoia. La inspiración mueve hacia algo que por el momento no se puede siquiera imaginar y, al mismo tiempo, crea una nostalgia infinita, irrefrenable e impalpable de algo y de alguien que era parte de nosotros. El mundo necesita ser inspirado, necesita primero que nada y antes de cualquier otra cosa, ser fecundado por dentro, inspirado en el íntimo. Este es un trabajo sin fin. Una tarea que puede llenar los días y las noches de toda la historia y de todos los hombres. Inspirar al pueblo de Dios va más allá y está antes que guiar, educar, corregir, evangelizar, está primero y va más allá de cada cosa. El primer saludo de los apóstoles de Jesús es inspiración, una inspiración a la paz, a la unidad, a la armonía, una inspiración a cambiar, a cambiar sistema mental, emocional, a insertar la mutación en la planificación de cada cosa, no para ser innovadores y a la moda, sino por íntima y profunda metanoia interior. Inspirar es hacer entrever el perdón come respuesta posible en lugar de la venganza, es mostrar la vía de la paz más funcional que la vía de la destrucción, la alabanza más saludable y energética que la blasfemia y que la ira. Inspirar es hacer entrever la posibilidad que a la solución completa se llega removiendo la causa antes que oscureciendo el síntoma, mostrar las vías del respeto para el destino de cada ser humano, en lugar de la vía de la calumnia, de la provocación, del ridículo. Un consejo no aceptado, queda un consejo no aceptado, una argumentación espiritual no percibida ni acogida, queda una argumentación espiritual de por sí; una propuesta no apreciada queda muerta, pero una inspiración, una inspiración es energía purísima y potentisíma que una vez donada, si no es acogida, vuelve  absolutamente al vientre de aquel que la ha inspirado. La inspiración no se puede perder. La más grande tarea de la nueva iglesia naciente es inspirar los pueblos con las palabras del evangelio a cambiar rumbo, a cambiar objetivos, pero en paz y en alegría. La cultura, la política, la ley, los tribunales, los medios de comunicación, los gobiernos, los juicios, los convenios, las convicciones, las modas, las costumbres, las argumentaciones, no tienen en sí ninguna energía para inspirar a los pueblos al movimiento hacia la vida y la unidad. La nueva iglesia naciente no debería tener otra preocupación que inspirar todo, inspirar siempre, inspirar todos en el nombre del Padre, del Hijo, del Santo Paráclito.