En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 7 Febrero 2021

Quinto Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Palabra del día
Evangelio de Marcos 1,29-39

Buscado

Una ciudad delante a la puerta.
Por amor o por odio es buscado, el buscado. Pero Él no se detiene. No conoce una casa que no sea la calle, las calles donde los hombres viven y caminan. Otras ciudades y países, pueblos y poblaciones delante a la puerta de casa, pero Él no se detiene, no prevé metas, solo etapas. Enfermos que sanan en cientos, miles, sólo con el roce de su mano, demonios que pataleando fugan con un solo gesto de su mano o con el aliento de su voz. Una Palabra nunca antes oída, una autoridad nunca antes vista, una gracia nunca antes narrada.
Todos lo buscan. Pero no hay un lugar donde el Maestro pueda detenerse, porque no hay un lugar por donde el Maestro pueda dejar de pasar.
Pero, en toda esta amorosa presión y poderosa dedición, una hogar existe, aún en ausencia de una casa, una parada existe aún en ausencia de una meta. Un pedazo de la noche hacia la luz que modela las formas, Él vive oración, en amor silencioso, en el canto del corazón, en el corazón del Padre y del Espíritu Santo.
Como una caricia sin amor es irritante fricción de pieles, así, el viaje hacia el hombre, sin amor ni alegría, es nauseabundo colonialismo religioso. Jesús viaja por amor, dentro el amor, dentro la alegría, enamorado de nosotros, del Padre y del Paráclito. El Señor y Maestro ha venido para anunciar y salvar, esta es su tarea. Ni un paso, ni un gesto, ni una palabra o una mirada sin amor lleno y dedicado. Quien ama, quien está enamorado no puede literalmente dejar de lado el tiempo del amor con el amado o la amada.
Existe tiempo para viajar, para atravesar pueblos y ciudades, para encontrarse con hijos e hijas amadísimos, existe tiempo para sanarlos dentro y fuera, iluminarlos, salvarlos, pero no puede faltar el tiempo para el amor íntimo en la Trinidad. Es amando en oración que el amor camina, que la vida se mueve en equilibrio y con fuerza gozosa.
Sin el tiempo y el espacio de la meditación, de la oración, del amor a la Trinidad y en la Trinidad, cualquier cosa se revela enseguida un fastidioso e inútil esfuerzo cotidiano. Si no circula amor en nuestras venas, estamos habilitados a sobrevivir, no a vivir plenamente. Es una cuestión de energía, pero también de pertenencia.
No hay nada que pueda dar energía como pasar el tiempo rezando con amor. El tiempo y el espacio dados a esta relación íntima, crean y mantienen la pertenencia consigo mismos, con Dios y con el universo.
Todos te andan buscando, y Jesús responde con su dedición al camino, con la compasión por la gente, sumergido en el polvo de la pista recorrida y no recorrida de la historia humana, dentro las llagas y los deseos de vida y de resurrección de cada corazón que a él se dirige. Al mismo tiempo responde al todos te andan buscando sumergido en el silencio orante y amante en la íntima Trinidad del corazón de Dios.