En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 24 Febrero 2021

Primera semana de Cuaresma

Palabra del día
Evangelo de Lucas 11,29-32

Una señal

Si Jesús mismo renuncia a dar una señal a esta generación, dos son las posibles razones: o somos la generación más evolucionada de la historia y no necesitamos de señales supremas, suplementarias, para comprender y cambiar, o somos la generación más estúpida e imbécil de toda la historia de la humanidad, por lo cual ninguna señal suprema sería suficiente para hacernos entender algo y cambiar de ruta. Jesús nos compara con generaciones del pasado malvadas y perversas por antonomasia pero, en comparación, nosotros, en tema de insensibilidad e ignorancia, salimos vencedores superlativos. Para ayudar y salvar a nuestra generación Jesús no utilizará otra señal que no sea la luz de su Palabra, la potencia de su profecía, la gracia de su presencia terrena entre nosotros.
La estupidez vuelve ciegos, obtusos, conservadores, arrogantes y produce una especie de desconexión de la realidad, tanto que Jesús está obligado a afirmar que las otras generaciones de la historia, aunque malvadas, eran menos estúpidas, y a un determinado punto han dado humildemente oídos a la voz poderosa de los profetas y han aceptado la metànoia.
Jesús queda hasta impresionado por nuestro estado de desconexión mental, por cuanto está tan arraigado en cada uno y extendido en todos, tanto que renuncia, y quizás se niega, a darnos una señal, excluso el signo de sí mismo, el signo de su misma presencia y de su Palabra entre nosotros. En la terminología bíblica, este no querer dar un signo por parte de Dios no es nunca una buena señal, porque significa que el hombre ha alcanzado un tal punto de no control de su inteligencia, que cualquier cosa que el Señor le quisiera proponer sería acogida con molestia, quedando desatendida, mofada, inutilizada.
¿Qué se puede decir sobre una cola de automovilistas que sigue corriendo en la autopista, con toda tranquilidad, con una marcha elevada, después que decenas de kilómetros de señalización clara e inequívoca indican una improvisa cercana interrupción de la pista dentro de un horrible barranco, provocado por un derrumbe gigantesco? Si las señales no son escuchadas, más bien se ridiculizan y pisotean, delante no queda más que el abismo.
Es éste el punto de no regreso. Es el momento en el que no queda otra manera, para invertir la ruta que la humanidad ha elegido hacia la autodestrucción, que dar una señal. No una señal que puede hacerse espacio en la inteligencia del hombre, sino una señal que hará espacio del hombre en la tierra, sin tener en cuenta, de ninguna manera, la inteligencia o la estupidez con las que será acogida.
Será una señal parecida a aquella utilizada por la naturaleza para explicar a los dinosaurios que después de varios cientos de millones de años se había acabado su tiempo de dominio absoluto sobre la tierra.