La conveniencia
Es típico del grupo de las ventajas (véase El grupo de las ventajas, 18 de Febrero de 2021) hacer todo por conveniencia, hacer de todo por la conveniencia y para la propia ventaja. Para el grupo de las ventajas actuar sin conveniencia, sin ventajas, es no haber entendido nada de la vida.
La conveniencia luego tiene sus reglas:
- Siempre es mejor que uno pague por todos, la certeza nacional encima de todo y de todos;
- El impulso individual hacia mayor bienestar y justicia es rebelión;
- La novedad, cada novedad que no pueda ser controlada va a ser contrastada como un mal puro en sí mismo, combatida como una fuerza enemiga y extraña;
- La evidencia de la realidad no tiene y no debe tener algún valor ni peso, sentido ni significado;
- La honestidad intelectual debe ser acotada como una enfermedad mental crónica y fastidiosa.
Para la conveniencia no tiene ningún peso considerar lo que es vital o mortal para la vida y el futuro del hombre y del planeta donde vivimos.
Violentar, torturar, matar a Jesús tiene su conveniencia, hacer callar aquella voz tan al revés y rebelde tiene su conveniencia. Así se hacen las guerras, todas las guerras que sirven si son convenientes, guerras santas, guerras justas, guerras preventivas. Así, si conviene, se encadenan millones de personas a la miseria y a la pobreza, a la enfermedad, a la ignorancia, a la miseria mental por siglos y milenios. Si hace falta, y es conveniente para el grupo de las ventajas, todo y cada cosa puede volverse improvisamente éticamente válida, religiosamente confesionales, moralmente atendibles, indispensables y legales. Jesús y su evangelio no convienen a nadie, precisamente a nadie porque proponen la beatitud e inspiran a la felicidad, al verdadero y total bienestar para todos.