En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 13 Abril 2021

Segunda semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 3,7-15

Proyección

En la sala se apagan las luces, la película comienza. Los espectadores están todos delante de la pantalla y los ojos de todos están allí sobre esa luz que comienza a dar forma y color a la tela de la pantalla. Los espectadores están todos delante de la pantalla y las imágenes crean emociones, llanto, ansia, risas, aplausos, tristeza y alegría. Pasan las horas y las acciones se subsiguen, apremian los diálogos y las escenas inesperadas, los espectadores se inquietan, se preocupan, se entusiasman, participan, se identifican. Pero detrás y dentro, ¿qué sucede? ¿Detrás dónde, dentro dónde? Detrás de la pantalla y dentro la pantalla, ¿qué sucede? Nada, absolutamente nada. Detrás y dentro la pantalla, donde se está proyectando el film, no hay nada, no está sucediendo nada de lo que se ve en la pantalla, nada, absolutamente nada. Es una proyección.
Así es en nuestras vidas, todo parece verdadero. Lágrimas, sonrisas, emociones, miedo, terror, temblores, alegría, sacudones, esperas, sueños, compartición, proyectos, pactos, elecciones, juicios, principios, preceptos, religiones, morales, honor, sentido del deber, proclamas, constituciones, sistemas políticos y económicos, todo parece verdadero, pero de verdadero no tiene nada. Es todo, sólo, únicamente y siempre una proyección de nuestro ego y de nuestra ambición. Es todo una proyección de nuestro ego enojado y rebelde, y Satanás, después de habernos inspirado el guión, no hace más que girar, girar el manubrio de la máquina de proyección en manera tal que la película no se detenga, continúe, continúe en la mente y en las pantallas que los hombres se han construido. Detrás de la pantalla de esta gigantesca proyección, ¿qué hay de verdadero, de real, de vivo? Nada. No hay nada. La gente no está viviendo realmente, está recitando una parte y ni siquiera la que le gusta más. Todo es una proyección. Es una proyección la manera de divertirse. De lo contrario ¿cómo explicar millones de personas que pagan su peso en oro a alguien más para verlo jugar? Es una proyección el sistema político, ceremonial del poder a favor de los ricos y de los poderosos de la tierra. De lo contrario ¿cómo se explica que ninguna constitución, nunca, ha tenido el poder y la fuerza de evitar una guerra? Es una proyección el sistema económico financiero, es todo falso, piloteado, según un guión que no prevé nunca, absolutamente nunca alguna ventaja real a favor de los pequeños y de los pobres. De lo contrario ¿cómo se explica que hay un hombre que muere de hambre cada puñado de segundos? Es una proyección el sistema de las religiones, hambriento de adeptos y prestigio, que no mejora de ninguna manera la vida del hombre, a parte de aumentar junto al devocionismo popular los sentimientos de culpa, el terror de Dios, el miedo a lo desconocido, la dependencia y la ignorancia. De lo contrario, ¿cómo explicar millares/miles de años de continuas guerras y devastadores conflictos entre las religiones, con millones de muertos? ¿Cómo se explica, de otro modo, que las religiones son siempre en perenne estado de separación entre ellas y con el mundo? Es una proyección la jerarquía de los señores del templo del tiempo de Jesús, que decide matar a Jesús, el Hijo de Dios, en nombre de las leyes de su religión, ley y religión reveladas por Dios mismo. ¿Cómo se explica todo esto si no admitiendo que es todo falso, es todo una proyección de nuestra ambición y sed de dominio, proyección del ego?
¿Cómo detener esta devastadora situación que está volviendo inútil e inutilizable la vida del hombre? Hay una sola manera, simple y eficacísima. Dejar de mirar a la pantalla, este es el secreto. Voltear la mirada interior y mirar hacia la parte donde está la realidad, donde está aquello que es verdadero. Si nadie mira más a la pantalla, pierde sentido la película, el guión e incluso quien gira el manubrio. ¿Cómo hacer para dejar de mirar la película de nuestra nada y de nuestra anulación? Primero que nada es necesario encender la luz de la sala. Aumentar, a través de la inspiración y la luz del Paráclito Espíritu, la conciencia y la compartición del conocimiento, para volvernos más conscientes del cómo nos están embaucando y falsificando la vida. Después, es indispensable confiarse en Dios, en el Dios verdadero, aquel que nos habla y canta en el corazón, para pedir la fuerza de no reaccionar a tanto embrollo con la violencia y nuevos conflictos, para pedir la fuerza invencible del amor para hacer el bien, no para combatir el mal. Después de haber apartado la mirada de las proyecciones cautivadoras del director Maligno, hay que aprender a lanzar la mirada a Aquel que ha sido elevado, a Aquel que ha descendido del cielo hasta esta tierra para despertar nuevamente el corazón y la mirada del espíritu. Creer en Jesús significa mirar a él y a nada más que a él, porque él y él sólo es el verdadero Maestro y Señor. ¿Cómo podemos estar seguros? ¿Cómo estar seguros que también Él no sea una proyección, una proyección nuestra? Simple. ¿Habríamos podido jamás arrojarnos en contra de Él en modo tan violento y determinado si hubiera sido una proyección nuestra? ¿Cómo se explica, de otra manera, el odio con el cual ha sido despreciado, la violencia con la cual ha sido eliminado de la tierra en ese entonces, y continua a serlo ahora? ¿Cómo explicar con cuanta superficialidad ha sido siempre tratado por la historia y por esta generación, sea por parte de quien dice creerle sea por parte de quien lo desprecia? Él no es ciertamente una proyección de nuestro ego y de nuestra vanidad y avidez, esto es seguro, justamente porque lo que ha dicho, cómo lo ha dicho, cómo ha vivido y cómo ha aceptado morir por nosotros ha puesto, y continua a poner en terrible dificultad, a nuestro ego. De lo contrario, ¿cómo se puede explicar que, sea quien dice creer en él, sea quien dice no creer en él, vive exactamente de la misma manera? Jesús no es una proyección del hombre y del ego, es seguro, por esto es incomodo, inaceptable, embarazoso, incómodo. Por esto Jesús afirma con fuerza y determinación: Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.