En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 2 Agosto 2021

Decimoctava semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 13,47-53

Cambio de océano

En el océano hay espacio para todos. El océano es vivido, recorrido, respirado, surcado por seres vivientes de todo género y tipología, especie y forma, medida y aspecto. En el océano hay espacio para todos y todos se mueven según su programa genético, su instinto, según sus propias peculiaridades y prerrogativas. El océano no juzga comportamientos, no critica intenciones, no verifica situaciones, no genera alguna forma de parcialidad, no echa fuera, no expulsa a sus habitantes. El océano no refunfuña, no presenta quejas, no tiene cárceles ni manicomios, ni cercas. En el océano todo y cada cosa se mueve y ocurre según las reglas o las no-reglas de cada uno y la libertad o la no-libertad de todos. Así es el océano de la vida en que Dios nos ha sumergido sobre esta tierra.
En el océano de la vida se nos ha hecho posible comportarnos y movernos para la vida y para la muerte, exactamente como hemos decidido que debe ser para nosotros. Un día bajarán las redes sobre el océano de esta existencia terrena y eso ocurrirá no para capturarnos por un juicio, por una condena, sino simplemente para recogernos, recogernos amorosamente y llevarnos de regreso al océano divino desde el cual habíamos salido, el vientre de Dios. Es natural y obvio que el océano de Dios, que es un océano de amor, belleza, gracia, noblezas eternas, reconocerá como sus hijos y sus criaturas a todos los que en las aguas del océano de la vida terrestre han, a pesar de todo, reconocido, deseado, sembrado, expresado, desarrollado el amor, la belleza, la gracia, la nobleza. Sin juicio, ira, condena, rencores, simplemente el Amor, en el que hemos aprendido a nadar día tras día en el océano de esta vida terrena, nos hará capaces de nadar llenos de gozo para siempre en el océano eterno del Amor de Dios. Sin juicio, ira, condena, rencores, simplemente el no-Amor, la rabia y la ambición, en los que hemos aprendido a nadar día tras día en el océano de esta vida terrena, nos hará capaces de nadar para siempre en la charca eterna del Maligno.