En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 19 Agosto 2021

Vigésima semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 22,1-14

¿Qué falta?

¿Qué falta a la invitación del Rey para que sea apetecible a los invitados? ¡Algo tiene que faltar de todos modos, considerada la fatiga de los invitados en contestar! ¿Es una invitación triste? No, es una invitación de bodas, es una invitación a la fiesta maravillosa del Hijo. Entonces ¿es una invitación poco clara? No, ha sido repetida en diferentes maneras y por muchas voces. Tal vez ¿es una invitación sin perspectivas de diversión? No, es la invitación a un banquete gigantesco, inmenso, maravilloso. ¿Sin duda es una invitación para una fiesta mal organizada? No, la fiesta está organizada divinamente, mejor dicho, todo está listo, bueyes y animales gordos ya sobre el fuego para dorarse, el banquete es fabuloso. ¿Qué falta a la invitación del Rey, tanto que los invitados han preferido hacer como si nada fuera o incluso ir a trabajar el campo o a seguir sus negocios? ¿Qué había de irrespetuoso y violento en la invitación del Rey, tanto que los enviados han sido aprisionados, insultados, machacados, matados? ¿Qué falta a la invitación del Rey, para ser motivo de tanto sufrimiento o de tanta violencia? Una cosa falta. Falta esa cosa que, si no está, hace todo tan incierto, desordenado, peligroso, imprevisto. A la invitación del Rey falta la obligación, falta la convocación. La invitación del Rey es libre, totalmente libre y liberante. Esto lo hace motivo de sospecha para algunos, de envidia para otros, objeto de codicia para otros más. Es la libertad intrínseca de la invitación que la hace poco atractiva a los ojos de los invitados y es siempre la libertad de la invitación que instiga la carrera a la posesión, al control, al retener. Y también cuando, a la invitación del Rey de la vida, la reacción violenta de la humanidad esté reprimida en la sangre y en el fuego por las fuerzas mismas de la naturaleza – en las parábolas nombradas como las tropas del Rey –, también esa vez, con la sala llena de otros invitados, el peso de la libertad se hace todavía notar. El invitado sin traje de fiesta representa, de hecho, a los que responden a la invitación de la vida sin apreciar la potencia y la libertad de la invitación divina.
A cualquier grupo de invitados tú pertenezcas, ya que estás invitado, no te olvides el traje de la fiesta, hermano, no por miedo, sino para honrar, con tu sonrisa y con la solemnidad de tu gratitud, la gloria de la vida y el nombre del Señor de la vida.