En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 24 Agosto 2021

San Bartolomé apóstol

Palabra del día
Evangelio de Juan 1,45-51

Solo un poco

Reconocer majestad y diseño divino en una puesta de sol para algún corazón y mente es inmediato, simple, elemental, clarísimo, para otro corazón y otra mente no lo es para nada. A Natanael ha sido suficiente poco. A Natanael ha sido suficiente poco para creer en Jesús, reconocerlo y amarlo como Dios y Señor, Hijo de Dios, Rey de Israel. A Tomás, por ejemplo, le ha costado más, mucho más. Al ciego de nacimiento, del que nos narra Juan, ha sido suficiente poco, a los sacerdotes del templo no ha sido suficiente ni siquiera mucho, mucho más. A la mujer cananea de la que narran Mateo y Marco ha sido suficiente poco, a los ancianos y a los dirigentes nada ha sido suficiente. Al centurión del cual nos narran Mateo, Marco y Luca ha sido suficiente poco, a Pilato no ha sido suficiente ni el mucho, ni el mucho más. A muchos corazones basta poco para creer en Jesús, reconocerlo y amarlo como Dios y Señor, Hijo de Dios, Rey del Universo, muchos otros corazones en cambio necesitan mucho más y para muchos otros más no es suficiente nunca nada. ¿Por qué? ¿De qué depende? Depende del estado de contaminación mental causado por el contaminante de la mentira y de la ilusión. Es el estado del engaño y de la mentira en la cual navegan una mente y un corazón que determina el nivel de facilidad o el nivel de dificultad en reconocer, acoger, amar a Jesús como Hijo de Dios.
¿Cuáles son los factores contaminantes de la mente? El primero es el adiestramiento al cual todos hemos sido sometidos, después las presiones continuas para corresponder a las expectativas de los demás, los chantajes de los padres, la cultura, las ideologías, las convenciones sociales y morales. En práctica, para una mente no ocupada por las mentiras y por los engaños de los adiestramientos, capaces de profanar la lucidez de nuestra mente y de nuestro corazón, leer el evangelio, reconocer a Jesús como el Hijo de Dios y amarlo y adorarlo como Dios y Señor de la vida es la cosa más simple, inmediata, evidente, clara, elemental del mundo. Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez dice Jesús, explicando esta verdad. Por ausencia de falsedad Jesús entiende, en primer lugar, la ausencia mental del fruto de los adiestramientos, que es el prejuicio; en segundo lugar, entiende la ausencia mental del fruto de la justificación, que es la hipocresía.
Si la mente y el corazón de un hombre cultivan con paciencia y fidelidad la limpieza del prejuicio y de la hipocresía, Jesús se convierte en la realidad más simple y amable del universo, sin esfuerzo, coerción, razonamientos, explicaciones. Como sólo una enfermedad o el forzar de una venda puede impedir a un ojo de acoger, gozar, apreciar, amar el azul del cielo y la espléndida luz del sol, que refulge dondequiera, de la misma manera sólo el engaño y el forzar hipócrita del prejuicio puede impedir a una mente de acoger, gozar, apreciar, amar la amable presencia de la persona de Jesús y la espléndida luz de su Palabra que dondequiera refulge de verdad y de sapiencia.