En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 24 Septiembre 2021

Vigésima quinta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 9,18-22

Transparente

La fe no complica la vida, la simplifica. La fe no complica la visión, la simplifica. La fe no complica la comprensión, la simplifica. ¿Por qué Dios debería ser inaccesible, obscuro, reservado para pocos?
Donde las muchedumbres ven en Jesús, de manera incierta y obscura, un antiguo profeta resucitado o Juan el Sumergidor redivivo, Pedro, con absoluta inmediatez, ve y percibe el Cristo, el enviado del Padre, el Hijo de Dios. La fe no transfigura la realidad, sino hace ver en la realidad, en la vida, cómo Dios se revela. La fe no trasciende la realidad, la hace transparente, la fe no es una manera de interpretar la realidad, sino es una manera de verla por lo que es ante los ojos de Dios, de hacerla transparente. Pedro ha contestado según verdad no por la fuerza de la mente humana, que está acostumbrada a trascender y a interpretar la realidad, sino a través de la luz de la fe y de la fuerza del conocimiento que, según la inspiración de Dios Padre, han hecho transparente y visible la realidad de Jesús. Bueno, esto hace la fe. La fe no te acerca de manera simplista a la realidad y a la vida de Dios, y sobre todo no te hace ver a Dios donde no está; la fe te acerca al conocimiento que Dios se revela simplemente y potentemente en la transparencia de la realidad y en la vida. De esta manera te acerca a la realidad y a la vida de Dios. Dios, Jesús, el Paráclito se revela en la vida.
Y es precisamente esto que, antes de todo, Jesús intenta enseñar a Pedro y a los discípulos, la realidad más evidente con respecto a todo lo que se refiere al Cristo, Jesús, el Jesús verdadero, y todo lo que Jesús representa y realiza, o sea la realidad que él será siempre rechazado y eliminado con violencia por los sistemas del poder y del control político y religioso de toda la historia. Jesús lo expresa así: El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
La visión de fe sabe y ve, inmediatamente y simplemente, en la transparencia de la realidad, que con respecto a Jesús esto es y siempre será. Por causa de las convenciones y de las mentiras, absorbidas por nuestro cerebro durante el adestramiento, no es fácil y no es bello aceptar esta inevitable y total colisión entre todo lo que Jesús es y los poderes políticos y religiosos de la historia, pero ésta es la realidad. Aceptar serenamente sin entrar en lucha y en conflicto y, al mismo tiempo, sin resignación esta realidad es la primera forma de iluminación y del despertar del coma espiritual e intelectual en el cual está postrada la humanidad. También cuando aquello que ocurre es inaceptable para los ojos de la mente, es justamente en aquello que ocurre, si acogido con fe, que Jesús se revela siempre, perfecta, luminosa, gloriosamente en todo su radioso resplandor. Jesús no se revela en las intenciones o en lo que debería ocurrir o en lo que debería ser, sino en la realidad.
Jesús se revela siempre y perfectamente tanto en la realidad de su silente y humilde encarnarse entre los hombres, como en la realidad del previsible violento rechazo de los jefes del pueblo y como en la realidad paradójica de la persecución precisamente por parte de los sacerdotes del templo. Jesús se revela todo y completamente en la realidad imprevista y casi insostenible de la transfiguración sobre el monte o en aquella inaceptable de su tortura y matanza sobre una cruz o en la realidad de su radiosa y por todos incomprendida resurrección. Dios se revela en la vida, en toda la vida, en cada vida, en tu vida si, con los ojos de la fe y de la total confianza en Dios, sabrás ver, siempre y continuamente, la extraordinaria transparencia de su amor y de su presencia.