En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 9 Octubre 2021

Vigésima séptima semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 11,27-28

Es todo

Bello, espontáneo, cautivador, un grito de enamorados el de la mujer, una bendición solemne, vibrante, para María la Madre y para Jesús el Hijo: ¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! Un grito inspirado por la belleza, por la gracia, por la potencia amante y salvadora, por la paz soberana, emanadas en cada gesto y palabra por aquel hombre-Dios, tan bondadoso y sabio, bueno y justo, humilde y todopoderoso. Un grito cargado de bendición y de alabanza, de gratitud y estupor por Jesús, un grito que, por lo menos en aquel momento, la humanidad, en la voz de aquella mujer, no ha logrado callar y que nadie ha logrado sisear.
A Jesús le agrada, sonríe, encuentra y acaricia con la mirada, y luego, como siempre, inspira, inspira a la mutación, extiende más allá de la visión, abre perspectivas diferentes, predispone a verdades más altas. Dios Padre, en las palabras del Hijo Jesús, nos revela cuál es el vínculo que por encima de cualquier otro genera unidad con él y garantiza nuestra felicidad:  Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican. En cada rincón de la tierra y de la historia humana, escuchar, conocer, amar la Palabra de Jesús y ponerla en práctica es sin comparación la única manera, la manera suprema, para estar unidos a Dios y ser beatos, felices, en el bienestar verdadero para todos, en la verdadera evolución. Ni siquiera pertenecer a una tradición religiosa, seguir una devoción o una ritualidad particular puede asegurar la unidad con Dios y garantizar alguna forma de felicidad, sino sólo y únicamente escuchar con amor la Palabra de Jesús y ponerla en práctica. No cabe ninguna duda que también las generaciones que vinieron antes de Jesús han tenido, por don del Espíritu, la posibilidad de conocer el corazón de la Palabra del Hijo en su corazón y de poder ponerla en práctica, pero nuestra generación, que ha podido escuchar su Palabra de sus mismos labios en toda su plenitud, ha tenido por cierto una posibilidad nunca dada a otras generaciones. Escuchar y poner en práctica la Palabra de Jesús es todo, es para todos, es más allá, es para siempre.