En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 11 Octubre 2021

Vigésima octava semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Luca 11,29-32

Signo de Jonás

A esta generación no será dado ningún signo que no sea el signo de Jonás. ¿Qué significa? Jonás fue el profeta que, por orden divina, se había hecho cargo de avisar a la gran ciudad de Nínive que si no hubiera repentina y completamente hecho verdad en Dios - así dice literalmente el texto hebreo – habría sido revuelta. ¿La profecía de Jonás es una amenaza? ¿Es un chantaje? No. Es, como dice el texto, una llamada, una oportunidad para la vida y la evolución. Jonás es por lo tanto un don de Dios, una propuesta para la evolución, una posibilidad para cambiar, pero, vista la situación y la emergencia, Jonás es también signo de una advertencia, la última advertencia.
A esta generación, nuestra generación, ha sido ofrecido mucho más que la sabiduría de Salomón, mucho más que la predicación de Jonás, han sido ofrecidas la presencia, la sabiduría, la predicación, han sido ofrecidos los procedimientos y la vida misma del Hijo Jesús. Jesús afirma que a esta malvada generación nuestra no será dado ningún otro signo que no sea el signo que Jonás dio a Nínive. Jesús es el signo. Jesús nos ha ofrecido enteramente su propia vida con tal de donarnos los procedimientos divinos nunca revelados a la historia humana, en el deseo de que lográramos construir una humanidad realmente evolucionada, feliz, serena, sana y pacífica. Considerar a Jesús una cautivadora propuesta para fundar una nueva religión, y encerrarlo en los ambientes de la ritualidad y de la confesión religiosa, ha sido un error gigantesco, el más grande error de la historia, el error que nos ha costado la anulación de toda evolución humana y social. Cuando hace dos mil años Jesús se ha presentado al mundo con su mensaje, no ha querido tomar parte de los ambientes religiosos, ni nunca ha intentado integrarse con las estructuras y las instituciones confesionales de la época, porque Jesús quería ser una nueva manera de vivir y de amar a Dios y la vida, para todos y para siempre, no una religión. Sólo una generación fulminada mentalmente por el engaño satánico ha podido encerrar a Jesús en las iglesias y no sentirse honrada de hacerlo entrar en los laboratorios donde se estudia el ADN, la biología y la química. Sólo una generación malvada ha podido encerrar a Jesús en los libros de teología y no sentirse honrada ni afortunada de hacer entrar a él y su mensaje en los fundamentos de las constituciones, en el corazón de la política, en la educación de las jóvenes generaciones, como principio y método en los sistemas de compartición de los recursos terrestres y en la búsqueda de las fuentes de energía gratuita y limpia, en la manera de construir, de viajar, de trabajar, de vivir las relaciones y los afectos. Jesús se ha donado a nosotros tan completamente que se ha ofrecido incluso como comida y bebida del alma y del cuerpo, para donarnos energías e inteligencia, salud y armonía más allá de cualquier deseo e imaginación. Pero esta generación, enloquecida y arrogante, ha preferido masticar la arena de los adiestramientos humanos, de la ignorancia y del miedo, esclava de los poderes fuertes. Jesús es la real y extraordinaria posibilidad del cambio hacia una extraordinaria evolución de la vida humana, en cada nivel y grado, pero ahora, vista la situación en la cual está la humanidad y la tierra entera, Jesús se transforma en el signo, en el signo de Jonás, una advertencia, la última advertencia.