En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 15 Octubre 2021

Vigésima octava semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 12,1-7

Levadura

En este caso Jesús no dirige su Palabra a la muchedumbre, a esa muchedumbre que se está pisoteando. El verbo griego que describe este ensordecedor y desordenado estado de confusión de la muchedumbre, que se da con el amontonamiento, es katapatèo, que significa “piso hasta derribar, destrozar, sacudir, chocar en contra, desfondar”. Esta actitud de la muchedumbre es el resultado y el símbolo del adiestramiento de la ignorancia, fruto del no tener un orden, del no tener los procedimientos vitales, una dirección, una modalidad que se pueda seguir, tanto como para llegar a destruirse y a pisotearse recíprocamente.
En este caso Jesús se dirige sólo y exclusivamente a los discípulos, a los doce que después guiarán a la multitud, y lo hace para ponerles en guardia de un poderoso, mortal peligro. Dice literalmente el texto: Cuiden [griego: prosècho] ustedes mismos [griego: heautòu] de la levadura [griego: zùme] que es la hipocresía de los fariseos. El verbo prosècho – compuesto por la preposición pròs, “a, hacia”, unida al verbo ècho, “tengo, detengo, poseo” - significa “dirijo el barco hacia la tierra, arribo, desembarco; dirijo la atención, estoy atento a; sigo como guía; vigilo sobre”, el pronombre reflexivo heautòu, significa “sí mismo, precisamente sí, la propia persona”. Jesús revela el principio de toda sapiencia y prudencia: la primera cosa que hacer es vigilar, llevar el barco de la propia persona al atraque seguro. La primera atención es hacia sí mismos. Atención ¿con respecto a qué? A la levadura, a la levadura de la hipocresía.
Zùme, “levadura”, etimológicamente indica la acción del revolver, del mezclar, desde la raíz sánscrita yus – que significa “enyugar, conectar”. El griego zùme, traducido con ”levadura”, más literalmente se traduce con ”fermento”. El fermento, por constitución, es una realidad infinitesimal y es ineficaz hasta que está separado del elemento activador. Cuando viene a contacto con el elemento-ambiente al cual está destinado, el fermento se ceba. A este punto comienza a alimentarse y a ser alimentado hasta volverse parte integral del lugar en el cual ha sido introducido.
¿Cuál es el fermento más peligroso para el corazón del hombre?

Hupòkrisis - del verbo hupokrìnomai, “contesto, hago el actor, tomo el papel de, declamo, finjo”- es sostener un papel, es la actuación, la declamación, la ficción, la simulación. El corazón de la palabra es krìno, verbo que indica separación y juicio.
El fermento más peligroso para el corazón humano es la hipocresía, el fermento de la hipocresía. El fermento de la separación en sí mismos, de la separación entre lo que somos verdaderamente y lo que, por miedo, ambición, poder, vanidad, queremos mostrar y demostrar a los demás. Esta es la levadura de la separación y de la hipocresía.
Para no hacerse deformar y degenerar por el fermento de la hipocresía no es necesario ser perfectos y siempre perfectamente coherentes: ¿quién entre los hombres podría serlo jamás? No es la levadura de la perfección que gana la levadura de la hipocresía, no es no cometer nunca errores y pecados que libera de la levadura de la separación interior. ¿Quién entre los hombres podrá jamás ser perfecto y perfectamente coincidente y coherente en sí mismo? Que no será la perfección y la perfecta coherencia que nos salvará de la levadura de la hipocresía es potentemente expresado por un hombre santo y lleno de Espíritu como Pablo de Tarso cuando afirma de sí mismo: Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero (Romanos 7,19).
No es la perfecta coherencia entre lo que se vive dentro y lo que se manifiesta afuera que Jesús indica como liberación de la levadura mortal de la hipocresía, sino el amor-sagrado temor de Dios. Yo les indicaré a quién deben matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese. Jesús usa el término miedo y temor, porque en verdad el hombre se deja fermentar por el veneno de la hipocresía y de la separación interior por temor y miedo, el temor gigantesco y el miedo devastador del juicio ajeno, de perder prestigio, fama y poder ante los hombres. Según Jesús, la hipocresía venenosa no surge del cansancio y del límite humano de ser coherentes entre lo que se cree y se ama y lo que se logra poner en práctica. En este sentido en pocas ocasiones la ignorancia espiritual y la estupidez mental se saben juntar en una unión sináptica cerebral tan poderosa que es capaz de afirmar: aquel es uno que predica bien pero actúa mal. ¿Cuál hombre o cuál mujer de la historia humana, de cualquier orden y rango, en cualquier tipo de tarea y responsabilidad ha sido jamás perfectamente coherente y transparentemente luminoso? La hipocresía que Jesús nos invita a eludir como levadura venenosa es la hipocresía que se pone en acción como elección de vida, como elección definida del alma, como orientación mental precisa y escogida para garantizar la popularidad, engordar la reputación, mantener la celebridad, favorecer la etiqueta, mantener la apariencia, la reputación, la fama, la honradez.
Jesús insiste en decir que es mejor temer a Dios antes que temer a los hombres y a su juicio y de consecuencia usar la hipocresía como arma de poder y prestigio. Que después Jesús no pretenda para nada inspirarnos a tener miedo de Dios sino a volvernos sabios, respetando su autoridad, está claramente explicito cuando dice: ¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros.
Jesús nos invita a liberarnos para siempre del miedo, del miedo ocasionado por la vanidad y por la ambición. Nos inspira a dejar de tener miedo, a dejar definitivamente de tener miedo de los hombres, de su juicio, de su reconocimiento, de sus poderes terrenales.