En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 5 Enero 2022

Palabra del día
Evangelio de Juan 1,43-51

Verán

«Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre». En la terminología evangélica, no es intención de Jesús referirse al fin del mundo, sino al fin de los tiempos, de estos tiempos, se refiere a su venida intermedia para reconducir al hombre a la civilización, aquella verdadera. La civilización que nosotros hemos construido es una civilización que ha quemado la inteligencia, sustituyéndola con la capacidad de negar la evidencia. Es una civilización que ha apagado en los hombres y en las mujeres toda alegría de vivir. Es una civilización que se ha acostumbrado a vivir mal una vida triste, mísera, de esclavos, ignorantes y opresos. Es una civilización que nos ha acostumbrado a no disfrutar de la vida, de la belleza ilimitada de la vida, para vivir de chantajes, rencores, retos, venganzas, tribunales, escándalos, torturas, hambre e inedia. Es una civilización que esconde, bajo una pátina de civilización y progreso, los verdaderos intereses de los lobos rapaces, de los depredadores ocultos, de los grupos de las ventajas. Es una civilización que se desmoronará en cortísimo tiempo cuando tendrá la necesidad de verdadera civilización. Veremos el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre, y entonces iniciará una nueva civilización que debía nacer ya después de la venida del Maestro Jesús, el Cristo, una civilización donde el hombre aprende por amor y por su verdadero bienestar a hacer coincidir la propia voluntad con la del Padre celestial. Una civilización donde el hombre sabe regresar a sí mismo para iniciar a tener consciencia que no está obligado por nadie a hacerse mal como se lo está haciendo, que en sus manos hay la libertad de elegir, de cambiar, de mejorar cada cosa, de percibir la belleza ilimitada de la vida y el hecho de estar vivos en el maravilloso diseño de Dios. Una civilización que nacerá del ser conscientes que nosotros no hemos nacido pecadores – Dios ha creado hijos no pecadores – y que, no obstante nuestra fragilidad, Dios nos ama, está siempre con nosotros y nos dará siempre todo lo que nos sirve para conducir a la humanidad hacia una radiante evolución. Una civilización donde la belleza de la vida y sólo el hecho de estar vivos en las manos de Dios nos llenará el corazón, la mente, los ojos de gratitud y gozo cada instante por la eternidad. ¡Si tan sólo pudiéramos creer, por un instante, que no estamos obligados a odiar, robar, forzar, torturar, esclavizar, corromper para tener todo lo que nos sirve y todo lo que amamos y deseamos! ¡Si tan sólo por un instante, pudiéramos tener la consciencia, aún sólo la velada consciencia de la maravilla de la vida que Dios ha inventado y creado para nosotros! ¡Si tan sólo pudiéramos, por un instante, tener la fe y la sencillez del corazón de Natanael, que viendo a un hombre que le dice que lo había visto debajo de la higuera algunas horas antes, ve, en aquel hombre, a Dios, el Hijo de Dios, el Señor!
Natanael, intercede por nosotros, y tu, que eres hombre sin falsedad, predisponnos al encuentro, al encuentro que vendrá con el cielo abierto mientras los ángeles de Dios suben y bajan entre un universo y el otro sobre el Maestro Hijo del Hombre.