En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sunday 9 January 2022

Bautismo del Señor – Ciclo C

Palabra del día
Evangelio de Lucas 3,15-16.21-22

Informe

El agua del mar es energía, energía enorme, vastísima, pero es informe. El agua del mar es energía informe pero con facilidad e inmediatez toma las formas de los litorales, se adapta a los escollos, se infiltra en las grutas, se encrespa al viento, se modela a las tormentas. El agua es energía poderosa pero se deja marcar por el hilo del timón de una embarcación. El agua es energía informe y aun si a veces es tan poderosa que destruye en el impacto todo lo que encuentra, cuando está en el estado de tranquilidad se adapta inmediata y fácilmente a la forma de las cosas en las cuales la hacemos entrar o que sumergimos en ella. Cuando entramos en una piscina, el agua marca perfectamente todas nuestras formas y se modela sobre nuestro perímetro, así como cuando llenamos de agua un vaso o una botella. Es energía informe que toma forma tan pronto como se crean las condiciones y se vuelve informe en el instante en el cual las mismas condiciones cesan. Si de un torrente recogemos con las manos un poco de agua para saciar la sed, el agua inmediatamente toma la forma de la pequeña cuenca de nuestras manos, pero apenas distendemos las manos se vuelve inmediatamente informe e indistinguible en el curso del torrente. ¿Cuál inteligencia demuestra un hombre que para saciar la sed de su comunidad recoge agua una vez al día de una fuente generosísima con un dedal, y después maldice la fuente porque su comunidad está muriendo de sed? Tal vez, ¿no sería más inteligente por parte de aquel hombre aprender a recoger agua según un procedimiento más correcto y funcional con ventaja certera para todos? Es cosa cierta que recoger agua con recipientes más grandes y proporcionados a la sed de su comunidad permitirá al agua llenar perfectamente sin descuentos los recipientes y la sed de la gente. El agua llena perfectamente en la forma y en la cantidad la capacidad del recipiente. Así es para nuestra vida. La vida que Dios nos ha donado es energía informe, la posibilidad de amar es energía potentísima pero informe, como también todos los dones de los cuales ha llenado nuestra vida. ¿Cuál es el procedimiento correcto para dar la forma que queremos a la potencia ilimitada de la energía de la vida? Es el deseo. Y, ¿qué es lo que hace realizar el deseo? La fe. Una fe cierta, clara, potente. Deseo sin fe es un dibujo sin pintor, una partitura sin músico, una receta sin cocinero. Deseo grande sostenido por una fe pobre no dará vida que a realizaciones pequeñas. La vida es energía divina informe que se adaptará perfectamente y en tiempos breves tomará la forma perfecta de nuestra capacidad de desear y de tener fe. Es el deseo que da forma a la vida. Deseos de bienestar y paz dan vida a una vida de bienestar y de paz. Deseos míseros, pobres, dan vida a una vida mísera, pobre. Deseos generados profundamente por nuestro corazón darán una vida que nosotros sabremos bien reconocer y nos hará felices y satisfechos. Deseos sometidos a las expectativas de los demás darán vida a una vida deseada por los demás para nosotros pero no a la vida que nosotros deseamos para nosotros, obligándonos así a vivir una vida que no lograremos reconocer de ninguna manera como nuestra. Deseos inmersos en los deseos de Dios no podrán que dar forma a una vida llena y feliz, rica de todo bien y belleza. ¿Con qué coraje intelectual entonces podemos maldecir la vida o sentirnos desafortunados cuando la vida nos parece adversa, dura, mísera y llena de intrigas, líos y dolores? La vida es energía, energía divina potentísima, inconmensurable, inmortal, pero es, podríamos decir, informe, informe como el agua del océano. Jesús explica muchas veces en el evangelio este procedimiento, esta ley divina a las personas que lo buscan y lo imploran. Para intervenir en la sanación de los enfermos o para resolver otros graves problemas, Jesús contesta: ¡Que se cumpla tu deseo! (Mateo 15,28), o: Tu fe te ha salvado (Marcos 5,34). Si hundimos una botella pequeña y quebrada en el agua, sabemos muy bien cuanto reducidas sean las posibilidades de tener una buena provisión de agua. Si hundimos en la misma agua un balde, en un instante el balde se llena, el agua no carecerá de generosidad. Y, fuera de la metáfora, si el agua en naturaleza en algún rincón de la tierra puede faltar, es cosa cierta que no puede faltar la energía divina de la vida que a todo dona vida cada instante por doquier. Jesús es el Logos de Dios, la totalidad de los deseos de Dios Padre y Santo Paráclito hechos carne que vienen a habitar en medio a los hombres. En Jesús que se sumerge en el Jordán la humanidad asiste a la realización real y total de todos los deseos de bienestar, paz, salud, armonía de Dios para nosotros. He aquí porque dice: Separados de mí, nada pueden hacer (Juan 15,5) y, al mismo tiempo, dice que nada es imposible a quien tiene fe. En el Jordán Jesús no sólo recibe el bautismo, sino encarna en sí mismo todo el Amor y la predilección de Dios para cada uno de sus hijos. Por esto Jesús puede decir que Él y sólo Él ha ganado el mundo y que quien creerá en Él tendrá una vida llena de su misma alegría y de su vida para siempre porque en Jesús vive y habita la voluntad del Padre y del Santo Paráclito, y en el corazón de Dios el deseo más grande es que cada uno de nosotros viva en Dios por siempre y feliz.