En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 20 Enero 2022

Sugunda semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 3,7-12

A los pies

Es todo un echarse a sus pies. Hombres y diablos todos se echan a los pies de Jesús. Todos en dirección de Jesús. Los hombres para arrancarle un poco de su potencia sanadora, los demonios porque obligados a un acto de veneración y de adoración paradójico, que anuncia al mundo el nombre de Jesús, su presencia, su ser Hijo de Dios. En todo caso, todos están obligados a echarse en dirección de Jesús. El hombre que busca salvación se echa en dirección de Jesús, el demonio, que, de todas maneras, no puede no reconocer y adorar su divinidad, se echa a los pies de Jesús. El hombre se echa en dirección de Jesús porque desea juntarse a Jesús y a su amor, el demonio se echa a los pies de Jesús porque quisiera con todo sí mismo juntarse a Jesús pero ya no lo puede hacer. El hombre, en este echarse en Jesús, desata por amor las cadenas del orgullo y encuentra paz, el demonio, en su echarse a los pies de Jesús, está obligado a doblegar su orgullo y encuentra sólo desesperación, odio, rabia total.
El demonio odia al hombre que se postra por amor a los pies de Jesús, lo odia de un odio supremo y superior a toda humana comprensión, porque el demonio sabe que no sólo ha perdido un hijo de Dios, sino también que él no logrará nunca atraer a sí un hombre por amor. Cuando el hombre se echa a los pies de Satanás, lo hace sólo y exclusivamente por interés, por ventaja, para dominar y poseer, no lo hace nunca por amor, no es ontológicamente posible, porque Satanás, renegando a Dios, ha renegado por siempre el amor y el amor ya no pertenece de ninguna manera a su mundo. El demonio odia al hombre porque por un lado no puede dejar de atraerlo a sí para poseerlo y por otro le es insoportable poseer al hombre porque sabe de poderlo capturar sólo con el engaño, para saciar su insanable sed de imagen, posesión, dominio, pero sin nunca poder obtener de él una respuesta de amor libre e incondicional.
En práctica el demonio odia al hombre porque no puede más que instrumentalizarlo y lo odia aun más porque por él no puede más que ser instrumentalizado.
Por un misterioso, paradójico cruce de dimensiones y leyes dominantes divinas, el demonio odia mucho más al hombre cuando se arrodilla delante de él, obligado por el engaño y por el interés, que cuando, por amor y con libertad, se arrodilla delante de Jesús Dios.
Es una elección. La elección de la vida. O arrodillarse por amor a los pies de Jesús para hacerse sanar o caer a los pies de Satanás para servir el propio interés y la propia sed de dominio. O arrodillarse por amor a los pies de Jesús en el perdón, en la compartición, en la comprensión, en la compasión o caer por interés a los pies de Satanás, a través de la venganza, de la rabia, del rencor, del juicio a los hermanos, del atropello, de la injusticia. Es una elección, nuestra elección. Si elegimos a Jesús elegimos nuestra felicidad y la felicidad de Dios. Si elegimos a Satanás elegimos nuestra infelicidad, e increíblemente atraemos sobre nosotros aun más el odio de Satanás.