En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 22 Junio 2022

Duodécima semana del tiempo ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 7,15-20

Los opuestos

¿Por qué el falso profeta tiene necesidad de travestirse? ¿Por qué debe ponerse los vestidos, los movimientos, el tono de voz y las palabras de la oveja? ¿Por qué no puede manifestarse lobo rapaz como es en su interior? ¿Para engañar? ¿Para atraer a sí sin asustar y ajustar en la telaraña, sin crear sospechas? ¿Para alcanzar con la persuasión los que están listos para ser persuadidos? En fin ¿Por qué el lobo rapaz debe vestirse de cordero y de oveja? Ciertamente el objetivo es engañar, para enredar, para depredar. Pero, ¿Por qué en esta modalidad? ¿No puede usar otra? No, el falso profeta no puede actuar diferentemente, debe presentarse como oveja y cordero por la ley de los opuestos. La ley de los opuestos dice que nadie puede crear algo más allá de lo que Dios ya ha creado, pero quien sea puede imitar y copiar la realidad creada cambiándole el significado y la función. Satanás no es capaz de crear e inventar nada pero está muy preparado a copiar y a imitar a Dios en todo y para todo, según la ley de los opuestos. Por ejemplo, Dios ha creado el amor, Satanás puede presentarlo a los ojos del hombre a través de su opuesto que no es el odio, como nos ha persuadido de pensar, sino el poseer. El significado del amor reside en su total gratuidad y libertad, su función es proveer energía a la unidad de la vida a través la felicidad. Satanás, usando la ley de los opuestos, no cambia nombre al amor, pero le cambia primero el significado, volviéndolo un mercado de canjes, un recinto de chantajes, un vínculo vinculante entre deberes y pretensiones, y después le invierte la función volviéndolo motivo de usura de energías y de divisiones a través de celos y apegos que generan infelicidad. Todo el mundo habla del amor pero evidentemente es un término que ha perdido el propio significado y la propia función vista su actual raridad. También respecto a la profecía, Satanás no puede inventar aquella verdadera, puede pero, copiar e imitar la de Dios. El profeta verdadero es un cordero, un hombre sin poderes humanos, que desenmascara y combate los lobos rapaces del Enemigo con la fuerza de Dios, el falso profeta es un lobo rapaz que se disfraza de oveja para combatir la ovejas de Dios. Más allá de los nombres y de los disfraces, los falsos profetas pueden crear sugestión pero no pueden calentar el corazón de la gente, no pueden revelas las llaves del evangelio. Los falsos profetas deben disfrazarse detrás del nombre de alguién más, porque no tienen la fuerza de dentro, no se la pueden crear. Los falsos profetas pueden sólo asombrar, atraer, pero no pueden curar a los enfermos ni leer dentro el alma de la gente para ayudarla a comprender donde se ha detenido y de dónde puede partir nuevamente. Los falsos profetas pueden ofrecer conocimientos, pero no pueden abrir el corazón de los hombres a la sapiencia de cómo poner en relación las experiencias y los conocimientos de la mente usando los procedimientos evangélicos. Sobretodo los falsos profetas no logran en absoluto a no ser vanidosos, no logran no mostrarse, no hacerse notar, y después tienen prisa, siempre prisa, porque saben que su dueño, el Enemigo, tiene el tiempo contado. Los profetas de Dios se reconocen porque pueden vivir donde sea pero sin estar verdaderamente en casa en ninguna parte. De algunos hombres serán amados con todo el corazón, pero de muchos otros serán odiados. Los profetas de Dios viven suspendidos entre dos mundos lejanos y desconectados, el mundo del cual deben anunciar y el mundo al cual deben anunciar, son la última conexión a Dios, concedida por Dios a una generación, antes de grandes cambios y trastornos. Los profetas de Dios no llegan nunca al inicio de un cambio generacional, sino entre un tiempo que muere y uno que nace, por esto tienen el don de ver en fondo al espíritu de las personas y no son casi nunca bienvenidos. Apagar con violencia y antes del tiempo la voz de un profeta es la acción más estúpida que una generación pueda cumplir, porque transforma un posible cambio de época, factible en la gradual gentileza de Dios, en aceleración destructiva según la codicia de Satanás.