Atrás no, nunca
No importa si eres perfecto, no importa si eliges siempre lo mejor para ti o para los demás, no importa si siempre no haces el bien que quisieras y te encuentras haciendo el mal que no quisieras. Pero si has elegido que Jesús es el Dios y Señor tuyo, no te pares, no mires atrás, no dudes, no vuelvas atrás. Si has elegido servir este mundo y ponerte manos a la obra en nombre de Jesús para el bien de los demás, no vuelvas atrás por ninguna razón. Ni calumnias, persecuciones, amores y miedos, soledades y engañifas, humillaciones y gloria, nada te haga mirar atrás y dejar el arado de Dios que has elegido.
No interpongas jamás nada antes de lo que has elegido, con gracia y equilibrio, pero no exista familia de origen, no existan apegos, rencores, chantajes afectivos, expectativas humanas, posición social, nada antes, si has elegido el Reino.
Cuando el presente que el corazón sigue ya no es el presente de Dios, sino el futuro a través de las expectativas de los demás, nos volvemos fácilmente miopes en el espíritu, paradójicamente no se ve bien desde lejos, si en cambio llega a ser el pasado el presente del nuestro corazón, nos volvemos présbites en el espíritu, ya no se ve de cerca.
Si has puesto mano al arado del Reino de Dios, no lo dejes nunca, porque en los momentos difíciles será el arado que te sostendrá. Y además otra cosa prometida por Jesús es que tendrás todo, todo aquello que te hace falta, que necesitas y te da alegría, siempre, siempre y en medida rebosante, bien sacudida, puntual.