Crusificada Vía
He aquí la Vía.
Se está yendo crucificada por amor.
He aquí la Vía de la Vida, la Vía de la Salvación, está muriendo clavada en cruz,
mofada y humillada.
Allá está la Vía hacia la luz con un letrero en la cabeza, injuria y gloria. Injuria porque es un letrero de condena, de desprecio y escarnio, pero es también letrero de gloria porque anuncia lo verdadero, revela la majestad divina de aquella Vía clavada.
Hemos clavado los pies a la Vía, pero Ella caminará con las alas de la Iglesia y de sus apóstoles en cada ángulo de tierra y de alma.
Hemos clavado las manos a la Vía, pero Ella obra y sana, consola y recrea aun más con la potencia del Espíritu Consolador, corazón a corazón en todos sus hijos.
Hemos vuelto muda la boca de la Vía, voz plena de gracia y de verdad, pero ahora su palabra y su voz pueden atravesar la historia y el tiempo como y donde quieren, en la voz y en el testimonio contagioso de todos sus hijos.
En ésos días el Enemigo estaba demasiado ocupado en empujar a los hombres a matar a Jesús que se ha perdido un detalle muy importante y definitivo. El Enemigo no ha considerado que desde el día de la cruz aquellos pies clavados han desenclavado nuestros pies, aquellas manos clavadas han desenclavado nuestras manos, aquella boca muda ha liberado para siempre nuestra voz.
La cruz es el árbol que ha plantado la Vía en la tierra, la resurrección lo ha iluminado de Vida, la Pentecostés lo ha llenado de Verdad y misericordia.
La cruz es el árbol de la Vía de la misericordia, es la Vía donde Dios encuentra y abraza a todos sus hijos. La Vía del amor donde también un ladrón encuentra el camino hacia la luz del Padre. Donde toda la humanidad encuentra la puerta, la puerta de Casa.