En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 21 Noviembre 2024

Trigésima tercera semana del Tiempo Ordinario

Palabra del Día
Evangelio de Lucas 19,41-44

El llanto de Shiloh

La primera vez que en la Biblia se habla de Jesús es en Génesis 49,10. El nombre, el primer nombre con el cual es anunciado el Mesías Jesús es Shiloh, y significa el Pacífico, el Condotiero de paz. Jesús llora sobre Jerusalén por lo que le pasará y afirma: Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios. Jesús llora sobre Jerusalén porque Jerusalén ha cometido el más grande y grave error de la historia humana. ¿Cuál podría ser el más grande y grave error de la historia de la humanidad? No comprender los días en los que ha sido visitada por el Pacífico, por Aquel que trae la paz. No hay error más colosal y peligroso que éste en toda la historia de la humanidad. ¿Por qué? Porque no reconocer los días en los cuales somos visitados por Aquel que trae la paz, por el único que puede verdaderamente llevar la paz en este planeta, significa no tener otra posibilidad de conocer, comprender, entender la vida y la existencia. A partir de aquel día todo ha sido escondido a los ojos de Jerusalén. A partir de aquel día Jerusalén, y todo lo que Jerusalén encierra, simboliza y significa, ya no puede comprender, intuir, percibir, entender nada de nada. A partir de aquel día Jerusalén, y todo lo que Jerusalén representa, ya no ha podido gozar de la luz del conocimiento, de la gracia de la sabiduría, de la luz de la inteligencia, todo ha sido escondido a sus ojos. Jerusalén, que tenía la tarea de iluminar de conocimientos y de amor la tierra, ha vuelto ciega aun pudiendo ver, muda aun sabiendo hablar, sorda aun pudiendo escuchar, incapaz de comprender y conocer aun teniendo el don de la inteligencia y de la percepción. Jesús llora sobre Jerusalén, porque Jerusalén, no habiendo reconocido Aquel que venía a visitarla para llevarle la paz, ahora ha caído en el abismo de la ilusión, se ha desconectado de la fuente de la luz y del conocimiento y se ha inmergido en el estanque de la ignorancia, de la arrogancia, de la inconciencia para vivir una vida que ya no es vida, un amor que ya no es amor, una paz que ya no es paz. Jerusalén y todo lo que representa, desde cuando no ha reconocido Shiloh, el Condotiero de la paz, ha entrado en un terrible estado psicótico de alucinación y delirio, completamente desconectada de la energía del amor y de la paz de Dios. Jerusalén no ha comprendido Shiloh y ahora Shiloh, el Condotiero de la paz, con las lágrimas en los ojos revela a Jerusalén qué le pasará pronto por causa de su ciega, boba arrogancia: Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios. Jesús llora, llora a la vista de esta generación, porque esta generación, que no ha comprendido y reconocido los días en los cuales ha sido visitada por Aquel que trae la paz y la vida, ¿cómo podrá entonces reconocer los días en los cuales será devastada por el señor de la guerra y de la muerte?