En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 19 Marzo 2024

San José, esposo de la Beata Virgen María

Palabra del día
Evangelio de Mateo 1,16.18-21.24

Poner en peligro

Quien ama no puede, en nombre del amor, poner en peligro la vida. Quien busca la verdad no puede, en nombre de la verdad, poner en peligro la vida. Quien busca la justicia no puede, en nombre de la justicia, poner en peligro la vida. Es Satanás que pone en peligro la vida y la humanidad, no Dios. José, nombre que puede derivar del hebreo Yosèf, “acrecido por Dios”, del verbo Yasàf, “añadir”, o bien de Yasàppu, “Dios construye”, de donde la forma hebrea más moderna Yosàbu, “aquel que inunda, irriga, da abundancia”, es presentado por el texto evangélico como hombre justo. El hombre justo, el dìkaios, “aquel que es sin prejuicios o parcialidad”, es aquel que se halla en perfecto acuerdo entre lo que es y lo que hace, mejor aun, es aquel que adhiere a Dios, a su voluntad, al contrario del hombre malvado que es aquel que adhiere a la voluntad de Satanás. El hombre justo es aquel que ve con los ojos de Dios y está en profunda intimidad con Él. José es un hombre justo porque, aun si aturdido por una situación sin via de escape y oprimido por preguntas sin respuestas – enthymèomai es el verbo usado para describir esta situación interior de rumiar, de pensar vertiginoso, airado, animoso -, no quiere poner María en peligro de vida, independientemente de la culpa de la cual ella se pueda haber manchado. Poner en peligro la vida del prójimo, aun si hecho en nombre del amor, jamás es amor, aun si hecho en nombre de la verdad, jamás es para la verdad, aun si hecho en nombre de la justicia, jamás es para la justicia, es maldad, pura y simple maldad, es adherir al corazón podrido de Satanás. José no quería denunciarla públicamente, literalmente está escrito hacer público espectáculo, porque hacer público espectáculo de las sombras de la vida de una persona pone siempre e inevitablemente en peligro la vida de la persona y es siempre un acto malvado. Satanás y sus demonios no ven la hora de empujar a José a hacer público espectáculo de la situación de María, porque ellos saben que esto provocaría un mecanismo perverso y destructivo que hubiera masacrado la vida de María en toda su dimensión existencial, volviendo improbable el nacimiento mismo de Jesús. Si se hubiese sabido de María públicamente, María hubiese sido matada por lapidación y así, honrando la ley, se hubiera matado también a Jesús. Satanás, más que cualquier otro en el universo, sabe cosa y cuanto puede destruir y devastar del hombre y de la humanidad a través de la utilización de este sistema de hacer público espectáculo. Hacer público espectáculo de la vida de una persona es un trabajo que antes que nada debe destruir ante los ojos de la gente la imagen de la persona en cuestión, hasta conducir la gente al desamor y al desprecio por aquella persona, esto permite a los medios de comunicación de entrar con la prepotencia y la violencia de la difamación en la vida de un hombre manteniendo por su parte una fachada de irreprensible profesionalidad a servicio de la comunidad. Si José hubiese hecho público espectáculo de María, a María y a Jesús en su vientre la gente les hubiera hecho a pedazos en nombre de la ley, de la santidad, de la pureza, de la virtud, del honor, de la religión, de Dios. José es un hombre justo que adhiere a Dios, al deseo de Dios, no es un hombre malvado que adhiere a Satanás, y, aun en la dificultad y en la confusión del momento, se prohíbe por elección de amor y de honor de poner en peligro la vida de María. Es esta elección definitiva del hombre justo que, aun en la dificultad y en la confusión, continúa adhiriendo a Dios, confiando en él, y dejando hacer a él para no volverse malvado y destructivo, es esta elección que mueve las energías cósmicas divinas de manera tal que la vida pueda encontrar, a su tiempo, las soluciones más adecuadas y eficaces por todo problema y dificultad. De otra manera, quien decide no adherir a Dios y elige como resolución de los problemas las soluciones que hacen público espectáculo de las situaciones existenciales de los propios semejantes, poniendo en peligro sus vidas, y todo aquello a lo cual sus vidas están conectadas, elige adherir a Satanás, ser destructivo y malvado como él, pero, lo que es realmente trágico, elige que su vida y todo lo que está conectado a su vida no sea más, nunca más defendido por Dios, más bien, sea vorazmente adentellado por las fauces de Satanás. El hombre justo adhiere a Dios, y a Dios deja hacer, no sólo por fe y amor sino también par sabiduría e inteligencia, porque con la propia elección de no poner en peligro la vida del prójimo, haciendo de él público espectáculo, elige de ser siempre y constantemente defendido y protegido por Dios mismo.