No duerme nunca 17 VEN ORD 1

No duerme nunca

No hay un instante en el cual Dios no siembre, como lluvia universal y vivificante, su Palabra en Jesús y en el Espíritu Paráclito. No hay pausa en las manos de Dios, no hay sueño en los ojos de Dios, él siembra siempre y continuamente su Palabra hecha de inspiraciones, iluminaciones, intuiciones, estados de gracia en miles y miles modos y tiempos, en todos y cada uno. Su Palabra es una semilla de verdad y conocimiento, de liberación y curación que desciende y fluye continuamente como un río de luz y de belleza que todo rodea y compenetra, y aún si nadie sabe como, su Palabra llevará siempre y ciertamente su fruto. En este preciso instante la Palabra de Dios está envolviendo, apretando tiernamente, acariciando, cubriendo, abrazando nuestra persona más que el aire y que la luz, más que todo posible campo electromagnético. La Palabra de Dios en Jesús desciende en el corazón del hombre en los momentos de gracia y gratitud, pero desciende fiel y regular, sin conocer pausa, también en los momentos de soledad y de miedo, en los desiertos de fe y de amor.
También el Maligno no duerme nunca y no se concede tregua para hacer que la Palabra de Dios que desciende en el corazón del hombre pueda encontrar continuos impedimentos y fastidios, bloqueos y reticencias. El impedimento preferido por el Maligno es la ignorancia, es decir, hacer en manera que, aun si el hombre encontrara la Palabra de Jesús, no la entienda, no logre descifrarla por ignorancia y por falta de instrumentos útiles para entenderla. Si la Palabra es acogida con ignorancia, es más fácil para el Maligno arrancarla del corazón y de la mente del hombre. El evangelio llama a este proceso la semilla que cae en el camino. A la luz de este procedimiento satánico, ¿cual podría ser la tarea más preciosa para ofrecer al hombre además de entregarle los instrumentos útiles para aprender a entender y conocer la Palabra para permitirle salir de las fauces de la ignorancia y así defenderlo del robo del Maligno? Otro sistema que el Maligno usa para hacer difícil el encuentro del corazón del hombre con la Palabra es aquello que el evangelio describe como terreno pedregoso. Donde el Maligno no puede impedir que la Palabra sea escuchada con alegría y entusiasmo, porque comprendida con la fuerza del conocimiento, allí se dedica a las tribulaciones, a las presiones sociales y afectivas, a las persecuciones pequeñas y grandes provocadas por la Palabra, para inducir al corazón del hombre a soltar la presa y a desistir. La semilla de la Palabra sembrada entre la zarza, según la imagen del evangelio, atañe aquel que comprende y escucha la Palabra, mientras el Maligno logra sustituir la pasión y el amor por esta con la preocupación del mundo, con la ambición, la avidez, la seducción de la riqueza. De esta manera el Maligno logra sofocar la Palabra en el corazón y en el espíritu del hombre y esta no da fruto. Pero, entonces, ¿quién podrá jamás llevar buen fruto con las semillas de la Palabra, si el Maligno no para un instante y no hace pausa con sus sistemas de eficacia indudable para sofocar en nosotros la Palabra? Con las solas fuerzas humanas, imposible. Pero hay un secreto y es eficientísimo. Para no conceder espacio a la obra del Maligno es indispensable no dormir nunca, quedarse el mayor tiempo posible bajo la lluvia de la Palabra. Transformar el día en una continua, intimísima, secreta, amante relación de amor con el Señor de la Palabra y con su Palabra. El secreto es transformar cada diálogo interior, cada pensamiento, cada palabra interior en una Palabra suya. Se necesita de un poco de entrenamiento para aprender a repetirse dentro, no las palabras humanas de nuestros pensamientos y preocupaciones, dudas y miedos, sino las Palabras de Dios. Después, cuando se vuelve normal, es maravilloso y no se logra más prescindir de eso. El secreto es permanecer enclavados (en Apocalipsis quedo enclavado se expresa con èsteka) en su Palabra en paz y en absoluta determinación. Se puede usar una brevísima frase del evangelio, la palabra-invocación-bendición de un salmo, una palabra de liberación y curación de Jesús. Para permanecer dentro su Palabra se puede usar también una imagen de la vida de Jesús, un hecho de su vida relatado en el evangelio, un milagro, un encuentro particular. Para permanecer dentro de su Palabra se puede meditar e imaginar, mantener la mente y el corazón beatamente concentrados en el umbral de la gruta de la natividad, abrazados a María a los pies de la cruz, o en camino con Él en los días radiosos de su resurrección. Transformar el día en una inmersión en Él y en su Palabra vence todas las estrategias del Maligno y permite a la Palabra dar sus maravillosos frutos.