En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 18 Junio 2019

Undécima semana del tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Mateo 5,43-48

Más allá

Más allá del amor no hay nada, el amor está más allá de todo lo que hay. El amor está más allá de las conveniencias, más allá del sentido común, más allá de las apariencias, más allá de las palabras, más allá de los principios y de las leyes, está más allá de cada moral humana. El amor está más allá del llanto y del gozo. El amor está más allá del enemigo, más allá de la ventaja, más allá de cualquier cálculo. El amor está más allá de cada uno de nosotros, está más allá de cada uno de los otros. El amor está más allá del martirio, más allá de la santidad, más allá de la fe, más allá del tiempo y del espacio. El amor está más allá de la justicia, más allá de la perfección, más allá del compartir. El amor está más allá de la fidelidad, más allá de la pasión, más allá del placer y de la felicidad. El amor está más allá de lo que se ve, más allá de lo que es justo y equivocado, más allá de las pertenencias, más allá  de cada complacencia. El amor está más allá de cada circuito y proceso mental, más allá de las seguridades, más allá de las perspectivas, más allá del honor, del aprecio, más allá de las previsiones y de las profecías.
El amor está más allá de las jaulas y de las cárceles de cualquier tipología, más allá de la raza, de las disciplinas, de las políticas, más allá de la libertad, más allá de las expectativas propias y de las de los demás, más allá de la conversión, de la mutación, más allá de la cruz y de la muerte.
El amor de Dios está tan más allá de cada cosa, que él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. El amor de Dios está tan más allá de cada cosa que Jesús sobre la cruz ha derramado todo para nosotros, hijos-asesinos, hasta la sangre y el agua. El amor de Dios está tan más allá de cada cosa, que el Espíritu Paráclito no ha cesado un instante de consolarnos y defendernos con una gentileza y una gracia tan inexpresables y desconocidas que nuestro corazón no puede ni siquiera percibir lejanamente.
El amor de Dios está tan más allá de cada cosa, porque está antes de cada cosa y nosotros somos hijos inmortales de este amor así más allá.