En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 24 Junio 2019

La Natividad de san Juan Bautista

Palabra del día
Evangelio de Lucas 1,57-66.80

El Sumergidor

Como peces capturados por la locura que escapan del mar porque han vislumbrado unos tiburones y se estrellan contra la playa o en los peñascos, la humanidad ha, literalmente, salpicado fuera del océano de Dios y vive jadeante y aterrorizada en la playa ardiente. Humanidad moribunda, sin oxígeno y paz, sobre los peñascos de un mundo no suyo. El mundo ha echado al Señor de la vida del propio corazón y así se ha alejado de la vida misma.
Los hombres han escapado de Dios como enloquecidos por el miedo, y en esta fuga se han anclado sobre la playa de este mundo bellísimo y maravilloso, pero no completamente su mundo. Los niños de estos hombre nacen ya sobre la playa ardiente, sin agua, el elemento vital propio. Nacen bellos pero ya aterrorizados y heridos y en tiempos brevísimos son adiestrados a sobrevivir fuera del agua, fuera de Dios. Pierden toda belleza y sabor, inteligencia y fuerza.
Sobre esta áspera playa de la tierra nace un niño particular, nace con un ligero forzamiento también sobre las leyes naturales, nace de hecho de un semen marchito y en un vientre estéril, y su nombre significa “Dios es misericordia (hesed)”.
Nace Juan. Nace así el más grande entre los nacidos de mujer, el hombre más sapiente, iluminado, austero, potente y grande de la historia de la humanidad. Partícipe también él del pecado original, pero prácticamente preservado del adiestramiento de los hombres y de las culturas. No hubo nunca ninguno como él, ni jamás lo habrá.
Nace aquel que debe predisponer a los pueblos y a las gentes a la bajada sobre la tierra de Hesed hecho carne. Pero para Hesed hecho carne no hay casas ya listas, no hay senderos practicables, no existe ciudad predispuesta, no hay corazones listos y disponibles. Entonces “Dios es hesed” – Juan – debe aprender el oficio más absurdo e imposible para un hombre y sólo él podía hacerlo. Juan tiene que aprender a hacer de sumergidor. El sumergidor de hombres en el océano de Dios.
Juan debe re-sumergir al menos alguno en el océano perdido de Dios a través de una inmersión de agua en la espera que llegue el Sumergidor mismo, Hesed hecho carne.
Jesús re-sumergirá a la humanidad que cree nuevamente en Dios, en una nueva y eterna alianza que ya nunca más nada ni nadie podrá quebrar. Es un trabajo increíble, ayudar a los hombres a sumergirse nuevamente en el mundo de Dios. Ayudarlos a volver a recobrar la dimensión divina y espiritual. Ayudar a esta humanidad aplastada en las riberas tortuosas y afiladas de la vida, a zambullirse nuevamente en Dios, en su amor, en su belleza, en su misericordia.
Es el trabajo del más grande para un nacido de mujer, pero es también el mismo trabajo del más pequeño de los apóstoles del reino de Dios. Es el trabajo de los pescadores de hombres, los más pequeños del reino de Dios, pero en la nueva economía del reino, más grandes y poderosos que el antiguo sumergidor Juan.