En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Martes 15 Octubre 2019

Vigésima octava semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Lucas 11,37-41

No tiene nada que ver

Es necio preocuparse del vestido, y no de los pensamientos con los cuales vestimos nuestra mente.
Es necio saber contar cuantas cosas se poseen y no saber contar las cosas que somos capaces de dejar para ser más libres y livianos.
Es necio preocuparse del juicio de la gente y no quedarse a sentir si nuestro corazón sea feliz o menos.
Es necio tratar de tener una conducta adecuada a las circunstancias para que los demás no piensen mal de nosotros, y no preocuparse del hecho que las circunstancias no nos lleven nunca a pensar mal de Dios.
Es necio tratar de hacerse espacio en el corazón de los otros y obligarles a encontrar un lugar para nosotros en su corazón, cuando nosotros mismos no sabemos dar espacio y amor a nuestra persona y a Dios.
Es necio cuidar la forma, si no hay ningún contenido; cuidar el aspecto exterior, si el diálogo interior está en el fastidio y en la rabia; ocuparse de la apariencia y de la exterioridad, si la infelicidad gobierna adentro.
Es necio pedir a Jesús de lavarse las manos, de lavar cubiertos y vasos, cuando tendríamos que pasar la vida a pedir a él de lavar nosotros y nuestro corazón de todas las maldades, de todas las injusticias, de toda la envidia, la avidez, la sed de poseer, el ambición, los conflictos que envenenan nuestras vidas.
Es necio pedir a los hombres de respetar la ley de los hombres cuando el corazón no respeta y no ama la ley del amor.
Es necio  tratar de arreglar afuera aquello que no logramos arreglar dentro.
Es sabio aprender a donarse sin esperarse nada a cambio por parte de nadie, sólo por amor del amor y por amor del nombre de Dios, porque esto purifica todo y todos.
Para sanar las heridas, antes hay que limpiarlas. Para sanar el hombre, primero es necesario que se deje purificar dentro, y sólo el amor que se sabe donar, el amor que sale de dentro, no aquello que se pretende que venga de afuera, tiene el poder espiritual de desinfectar perfectamente la humanidad.