Otra advertencia
Como la ambición está generada por el sentimiento de inferioridad, así la incapacidad de hacer las cosas gratuitamente deriva del perenne sentido de la falta y de la miseria. El sentido de la miseria y de la falta activan en la mente la sed inextinguible del control. Jesús advierte que hacer las cosas para recibir siempre una recompensa, una contrapartida, es la manera más cierta para vivir ulteriormente y para siempre en la miseria y en la falta, porque, prodigar energía para luego tenerla bajo control, pone completamente fuera del círculo de la recompensa divina y celestial. Amar para recibir recompensa no es amor, sino deseo de control. Así como respetar, atarearse, relacionarse, donarse, ofrecer para recibir una recompensa de cualquier tipo, no es nada más que una manera de controlar y de tener el control. Controlar la energía prodigada por el propio corazón tendrá como consecuencia inevitable querer controlar el destino de los demás. Querer controlar el destino de los demás es estupidez suprema y no tendrá otra recompensa que ver escapar todo, precisamente todo, del corazón y de las manos.