Iglesia
La iglesia de Jesús no debía servir para alejar al hombre de Dios, con el rostro de la prepotencia, de la fría e indiferente arrogancia legalista, sin compasión. No debía servir de madriguera y escondite a los ávidos dominadores de éste mundo, que, comediantes fantoches en mano al demonio, usan la ignorancia y el miedo de la gente para extirpar de los pueblos el conocimiento, la consciencia, la dignidad, los sueños de paz y de amor, el bienestar, la felicidad. La iglesia de Jesús no debía ser transformada en un trono aguzado de poder y ambición, de sed de dominio y avidez, a través del cual los lobos rapaces del poder tratan de escalar por todas partes, para tener el dominio sobre los hombres y sobre sus consciencias. La iglesia de Jesús, en el deseo de Jesús, era la casa sin puertas llena de luz, al servicio pleno y total de la humanidad, humilde sierva del hombre, para despertarlo del sueño letárgico del engaño satánico y guiarlo a una nueva y maravillosa relación con Dios, con sí mismo y con la naturaleza. La iglesia de Jesús no conoce el poder, ninguna forma de poder humano, si no el poder de acogida del amor, de la cura, de la protección de los pequeños, de esos pequeños de la humanidad que son el producto de descarte precisamente de la máquina “aplastatodo” en manos del poder y de los lobos rapaces de la humanidad. La iglesia de Jesús tiene la tarea de salvar a los pequeños de la tierra de las fauces de los poderes fuertes no sólo con la caridad, pero sobretodo con la prevención que se obra en la consciencia, en la superación del engaño satánico, en la disolución de las dependencias sociales y económicas y políticas. La iglesia de Jesús tiene la tarea de liberar al hombre de la esclavitud, no de adormecerlo aún más con el miedo para entregarlo anestesiado entre las uñas de aquellos que piensan sólo a la propia ventaja e interés. La iglesia de Jesús, si no está formada completa, asidua, totalmente con los pequeños de la tierra y de la historia, está ya formada con los grandes de la tierra y de la historia y por lo tanto no esta formada con Dios sino con su enemigo.