En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 2 Mayo 2024

Quinta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,9-11

Amar

Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. En este versículo está presente 2 veces el verbo amar (griego: agapào) y una vez el sustantivo amor (griego: agàpe), que vuelve otras 2 veces en el versículo siguiente.
¿Qué significa amar y cosa significa amor?
El verbo agàpao en la lengua griega pre-bíblica tenía un significado bastante débil e incierto, sobre todo frente a la presencia de filèo, “soy amigo, quiero”, ederào, “anhelo, deseo”. Significaba sólo: “contentarse de algo”. Pero cuando los Setenta, en la traducción de la biblia hebrea en lengua griega, han adoptado agapào para transponer el verbo hebreo del amor ‘ahàv (correspondiente al arameo chàv, “encenderse, incendiarse”) – erào y filèo, de hecho, no podían de ninguna manera expresar en griego el significado de ‘ahav -, el verbo agapào ha asimilado completamente el significado de ‘ahàv, tomando, desde este momento, vida, identidad y características propias. El verbo ‘ahavin sé está preñado de una multitud de significados. El área semántica de amar/amor, en el idioma del Antiguo Testamento, abraza tanto la atracción recíproca entre hombre y mujer, cuanto la comunión conyugal, subraya y expresa los vínculos familiares del padre con el hijo preferido, o de la madre con el hijo predilecto, la relación suegra-nuera (ver en particular el Libro de Rut), la amistad entre hombres, el fuerte apego del pueblo al general, el amor hacia el próximo, la abertura-amor hacia el extranjero, la amistad en general. Indica la relación entre Dios e Israel, traduce el amor fuerte que une y emplea todas las fuerzas, el amor por el templo, el amor por el Nombre de Dios, el amor de Dios para su criatura. El vocablo ‘ahav mantiene en la biblia un aspecto considerablemente pragmático, es decir indica el realizarse de acciones y tareas con motivo de la persona amada, entonces, más que un término, es una expresión que describe un sentimiento, una disposición interior que nace de sensaciones y sentimientos, es la expresión de una manera de ser, de una manera de conocer y reconocer, es expresión de una manera de actuar. En Jesús, luego, este término se carga ulteriormente de nuevas perspectivas y significados. Jesús usa amar/amor tanto para expresar la potencia incognoscible del vínculo entre él, el Padre y el Espíritu, y entre él y nosotros, como para expresar la potencia de un vínculo entre personas, vínculo con un altísimo contenido energético que asegura alegría, la plenitud del bienestar, la felicidad rebosante. Jesús revela que el amor verdadero no es como nosotros lo conocemos, lo pensamos, como logramos vivirlo, el amor verdadero es como él es amado por el Padre y como él ama a nosotros. El como de Jesús - como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes – no indica consecuencialidad refleja, una derivación deductiva, sino la modalidad, la única perfecta modalidad del amor y del amar. Esto revela en las palabras Permanezcan en mi amor. El amor es amor cuando permanece en el amor de Jesús, el Señor Dios, de lo contrario, aun continuando a llamarlo amor, ya no es la misma energía divina, portadora de alegría. El amor que permanece en el amor de Jesús es el amor que trae alegría y felicidad, de lo contrario es amor de otra procedencia y energía. El amor que permanece en el amor de Jesús, el Señor Dios, no se distrae, no juzga, no acusa, no condena, no entra en conflicto, no pretende, no fuerza, no posee, no ataca, no se apega. El amor que permanece en el amor de Jesús, el Señor Dios, no conoce envidia, avidez, sed de poseer y de dominio, no conoce la sed del éxito y del prestigio, no persigue el propio interés y ventaja, no conoce cosa sea la venganza. El amor que permanece en el amor de Jesús, el Señor Dios, ¿cómo podría jamás convertirse en el amor que por ardor de deseo se vuelve sed de venganza, conflicto, cólera, rencor, envidia? El amor que permanece en el amor de Jesús, el Señor Dios, se lo puede reconocer simplemente, perfectamente y siempre, porque es un amor y al mismo tiempo un amar que dona alegría y felicidad, siempre y en cualquier caso. El amor que no dona alegría y felicidad no es amor, es otra cosa, otro tipo de energía, de otra procedencia y significado, aun si la humanidad continua a llamarlo amor.