En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 4 Mayo 2024

Quinta semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 15,18-21

Es normal

Juan evangelista usa el término mundo para indicar una manera de vivir gobernada por Satanás, que se realiza diariamente en el adiestramiento de la humanidad. Jesús trata de agudizar en sus discípulos la consciencia que ellos, por la elección que han hecho de seguirlo y amarlo, ya no pertenecen más al adiestramiento del mundo, y de consecuencia el mundo ya no los puede reconocer como un producto propio. Jesús explica que está en el orden de las cosas, que se debe considerar normal, absolutamente normal que el sistema del adiestramiento no reconozca, no ame y no proteja lo que no reconoce como suyo, como un producto suyo. Jesús no dice que esto es correcto, pero afirma el perfecto alineamiento de esto con el sistema del adiestramiento, que no puede hacer más que considerar hostiles los discípulos de Jesús y del evangelio y considerar amigables los súbditos del sistema, los hijos sumisos del poder. Quien se escandaliza y queda decepcionado interiormente cuando el sistema persigue los profetas de Dios, instantáneamente echa de sí quien trata de servir el reino de Dios, obstaculiza los pasos de los hombres y de las mujeres que viven para el verdadero bienestar del hombre, y demuestra al mismo tiempo no haber entendido aun cuanto el sistema esté lejos de Dios y cuanto Dios lo sea del sistema del adiestramiento humano. Quien se escandaliza de cómo el mundo trata de eliminar y masacrar a los servidores de Dios, de alguna manera justifica el mal, el mundo de Satanás y su sistema. Es como si no quisiera ver y aceptar cuan malvado y mortal es el sistema, el mundo, la manera de vivir en la cual Satanás nos ha persuadido a vivir. Quien no ha entendido que para los servidores de Dios la persecución es normal, absolutamente normal, está convencido que haya algo vital y bueno para salvar del sistema del adiestramiento del hombre, manejado por los poderes fuertes. ¿Cómo podrían los sistemas del adiestramiento moral, de la sumisión cultural, del poder político y la hegemonía de los bancos no odiar con toda su fuerza quien no pertenece a ellos, quien no los sirve y quien no reconocen como un producto propio? El sistema odia quien no pertenece al sistema, lo odia y lo persigue. El verbo griego del perseguir, diòko, en los evangelios indica, en la mayoría de los casos, seguimiento veloz y rapaz con la finalidad de capturar una persona o una cosa, es el correr detrás de manera absoluta y determinada con el fin de destruir. Diòko indica el apretar, el quitar espacio y vida, es un movimiento determinado a la molestia a toda costa. Quien busca humildemente seguir a Jesús y su Palabra, debe estar normalmente listo y siempre tranquilamente preparado para la persecución, por esto debe volver su rostro duro como piedra y no puede, absolutamente, tener en ninguna consideración la aprobación de los demás, el peso de las expectativas del prójimo, la reputación humana, esto significa, de lo contrario, que no ha entendido quien lo ha elegido y quien ha elegido. Para el discípulo de Jesús el enemigo más grande en absoluto es la elección ilusoria de servir a Dios con la intención, aun inconsciente, de cambiar el sistema del mundo, el adiestramiento del Maligno. Este es el veneno interior más mortal que un discípulo de Jesús pueda ingerir en el propio diálogo interior. Este terrible y venenosísimo engaño se manifiesta en el deseo inconsciente de la apreciación por parte de los demás, en la necesidad del respeto y del favor por parte de quien tiene el poder, en la convalidación, en el plauso de la institución, en el apoyo de la jerarquía.
Quien ha decidido servir a Dios sobre esta tierra debe saber que no es justo y no es deseable, pero será normal, perfectamente siempre normal, no ser comprendido, aceptado, confortado, apoyado, agradecido, acogido. Quien decide servir a Dios, en presencia del sistema de adiestramiento satánico del poder, debe saber que será siempre obstaculizado, contrastado, traicionado, escarnecido, bloqueado, censurado, excluido, por un lado envidiado, rechazado y eliminado. Quien decide servir a Dios, en presencia del sistema de adiestramiento satánico del poder, debe saber también que será amado por los hijos de Dios, socorrido por los ángeles, mimado por la gracia divina cada instante, protegido siempre y perfectamente por María, la grande Madre.
También quien decide servir el sistema del adiestramiento y el príncipe de este mundo, el ángel Maligno, debe saber una cosa: para agarrar un tigre se necesita un instante, pero para apretarlo, bueno, se necesita toda otra fuerza. Poner Juan el Sumergidor en la cárcel, y luego cortarle la cabeza, para el poder de aquel tiempo ha sido un instante. Poner las cadenas en las muñecas de Jesús ha sido un instante, escarnecer y ridiculizar a Jesús ha sido un instante. Calumniarlo, acusarlo, llevarlo en tribunal y clavarlo en cruz con tres clavos ha sido un instante. Pero luego, pasada la ebriedad de embriaguez del delirio de omnipotencia, ¿quién ha tenido la fuerza de soportar la energía de reacción que estas acciones han desencadenado?
No es una cuestión de chantaje, ni de hacerla pagar a alguien, ni de ira divina, sino que se trata simplemente de la regla dominante de acción-reacción. Quien sirve a Dios debe saber que es normal ser perseguido, pero quien persigue debe saber que la misma energía, generada con tanta facilidad para perseguir, volverá atrás hacia él arrancándolo del libro de la vida y de él no quedará ni siquiera el recuerdo, ni siquiera la memoria.