En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 5 Febrero 2022

Cuarta semana del Tiempo Ordinario

Palabra del día
Evangelio de Marcos 6,30-34

La tarea de los discípulos

Jesús envía a los suyos delante de sí en ciudades y aldeas con el mandato de expulsar a los demonios, sanar a los enfermos, hacer resurgir a los muertos y anunciar la noticia feliz del reino de Dios a las gentes. Los discípulos van y de inmediato vienen sumergidos por la gente, tanto que no tienen ni siquiera el tiempo para comer. Entonces Jesús los reúne alrededor suyo y los confía y los entrega al silencio, al reposo, a la paz de la oración y de la meditación. ¿Por qué? Porque la tarea que Jesús ha confiado a sus discípulos no puede ser honrada y respetada sin apartarse con Jesús en oración y en meditación. Pero, ¿cuál es la tarea que Jesús ha encomendado a los suyos, cuál es su divino mandato para la humanidad? ¿Expulsar a los demonios, sanar los enfermos, evangelizar? En realidad no, no es este el mandato, estas son acciones de liberación, son sólo la consecuencia del mandato. El verdadero mandato de Jesús es la compasión, tener compasión, compasión por la humanidad. La compasión puede revelarse en el rostro de la dedicación, de la responsabilidad, del servicio, de las tareas, de la evangelización, de la caridad, pero siempre de compasión se trata, compasión para la humanidad que es como un rebaño disperso sin pastor. El Señor Jesús no busca apóstoles, busca hombres de compasión, no quiere comunidades de discípulos diseminadas por el mundo para hacer prosélitos, sino corazones pulsantes de compasión sembrados por toda la tierra. El Señor Jesús no quiere la evangelización confesional, sino la expansión amante y valiente de su evangelio, porque el evangelio es la respuesta compasiva de Dios a la necesidad de liberación y de iluminación de la humanidad. La verdadera tarea de la iglesia es vivir la compasión para la humanidad que, esparcida como un rebaño sin pastor, vaga sin meta, oprimida y vaciada. La iglesia no tiene que sustituirse a Dios sino hacer conocer al hombre la compasión de Dios para su pueblo. Tarea de los apóstoles de Jesús es tener compasión de la humanidad. Jesús reúne a sí sus discípulos porque de la compasión sabe algo que nosotros no sabemos. La compasión para el pueblo de Dios no se aprende en la escuela entre los libros, no se asume por sentido del deber, no es una capacidad ligada a la inteligencia, no se puede adquirir con la moral, establecer por ley, absorber a través de la disciplina, transmitir con el ejemplo. Según el evangelio la compasión para el pueblo de Dios no es ni siquiera una elección, por lo menos no directamente. La compasión se alimenta a través de la ley de la resonancia. He aquí porque Jesús, aun con amor y delicadeza, casi obliga a los suyos a dejar todo lo que estaban haciendo en nombre de la compasión, para reunirlos cerca de sí en un lugar desierto y tranquilo.
Sólo quedándose cerca de Jesús, que es la Compasión de Dios para el hombre encarnada, los discípulos por resonancia pueden experimentar en sí la fuerza y la potencia de la compasión. La compasión para el pueblo de Dios no se puede adquirir ni siquiera por elección, sino que puede ser generada y alimentada con la elección de pasar tanto tiempo con Jesús en dulce, amante, relajante oración y meditación con él. De la resonancia con la compasión del corazón de Jesús brota y se desarrolla la compasión, en el corazón del hombre, por la humanidad.