En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 18 Julio 2021

Decimosexto  Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Palabra del día
Evangelio de Marcos 6,30-34

Shabbat

Vive, corre, come, bebe, ensúciate, lávate, diviértete, habla, desea, trabaja, relaciónate, piensa: te incrustas. Ponle pruebas, fracasos, heridas, miedos, errores y te oxidas. Añade dolores, enfermedades, traiciones y pecados y estás para botar. Cada día el despertador, sueño a quintales, apego, proyectos, miedos, prisa, relaciones, afectos, desafecciones, imprevistos, alegrías, dolores, emociones, créditos y deudas de todo tipo. Día tras día incrustaciones y cargas hacen perder el equilibrio, ralentizan, a veces detienen completamente.
Pero, entonces, ¿cómo hacer para vivir, relacionarse, dedicarse a las cosas con pasión y amor, pero sin incrustarse, sobrecargarse, con el tiempo bloquearse? No se puede, imposible. Incluso sólo a respirar nos oxidamos.
Para vivir en plenitud y con el tiempo no sobrecargarse en los apegos, no incrustarse, no enfermarse, se necesita seguir el primero de los mandamientos de Dios. La primera orden bíblica dada al hombre en orden de aparición. ¿Cuál es?
Shabbat, reposo.
Es el primer mandato de Dios, y Ley sagrada precisa inclusive la proporción divina del reposo eficaz: uno de siete. Sobre siete días, seis de trabajo e incrustaciones inevitables y también bellas, porque así es la vida, y uno de "desincrustación" a través del sacro reposo. Reposo que no significa inedia e inercia, aburrimiento y ocio, o el simple dormir. 
El shabbat es mucho mucho más. El shabbat sirve a purificar el alma a través de algunas actividades sagradas que tienen el poder de regenerar espíritu y cuerpo: canto-alabanza-oración, actividad del perdón que se pide a Dios y que se ofrece a los hermanos, juego y relajamiento, relaciones felices. Es una regeneración vital a través de la alabanza a Dios, de acciones sosegantes, relaciones benéficas, actividades reconstituyentes.  
Cuando el Señor pedía a su pueblo de santificar las fiestas pedía a su pueblo algo sublime y bellísimo. Pedía, es más, donaba, a su pueblo un tiempo semanal de regeneración total y completo. 
El domingo es este día extraordinario para recogernos en oración y alabanza a Dios, para pedir perdón a Él y donarlo a nuestros semejantes, restableciendo las relaciones y los afectos, para escuchar su palabra que vuelve sabios y luminosos, reviviendo el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Junto a este corazón conmemorativo, el domingo es el tiempo bueno para las relaciones y también para alguna hora de santa soledad, tiempo para los mimos con quien amas, los juegos con los hijos, los paseos con los amigos, naturaleza y movimiento, rica comida y serenidad.
No es una cosa fácil de alcanzar el shabbat, se necesita de un cierto método, e incluso de un cierto entrenamiento, pero es fundamental aprender hacer serenamente shabbat para vivir sanos y de manera eficaz delante de Dios y de los hombres.
Jesús, sabio y tierno, dulcísimo y cariñoso maestro, guía sus discípulos en los caminos del mundo, sin seguridades económicas, sin pan, sin apoyos humanos, pero al mismo tiempo los guía con firmeza para realizar el shabbat, el sacro reposo, tal vez apartados, en divina soledad, o bien juntos para cantar al Señor, para contarse las cosas, para comer en fiesta un rico pescado asado en la playa.
De un buen y sano shabbat nace una vida equilibrada, fuerte, resistente a las intemperies inevitables de la existencia y capaz de saborear cada instante de respiro y de providencia.