En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Viernes 24 Marzo 2023

Cuarta semana de Cuaresma

Palabra del día
Evangelio de Juan 7,1-2.10.25-30

Los planos

La gente que encuentra a Jesús piensa de saber de dónde es Jesús, está convencida de saber el origen de su proveniencia, piensa que lo puede definir y circunscribir dentro de algunas opiniones, convicciones, ideas y prejuicios y por esto excluye que Jesús pueda ser el Mesías, el Señor de la vida y de la historia, el Salvador. Los jefes del pueblo y la gente del pueblo se arrogan el “saber” de dónde es Jesús, el saber de dónde proviene Dios. Este es el signo de la rebelión del hombre hacia Dios y de su alianza con el diablo maligno, el signo que el hombre ha violentamente invertido los planes del conocimiento y trágicamente oscurecido toda propia posible capacidad intelectual. ¿Cómo puede una criatura arrogarse la presunción de conocer la proveniencia del Creador, si no en un desesperado y patético delirio de omnipotencia? ¿Cuál es el grado de evolución intelectual y espiritual de una generación humana que no conoce su Dios, no reconoce a su Mesías, se arroga como un dato adquirido y cierto el conocimiento de su origen, como si Dios fuera una creación suya, una propiedad suya, un pertenencia suya? Es Dios, el Creador, el Origen de todas las cosas y de todas las criaturas, que puede conocer sin error la proveniencia, el significado, la esencia de todo lo que existe, no el hombre, la criatura. En el momento en el cual los jefes del pueblo y la gente del pueblo creen con soberbia y arrogancia de saber de dónde viene Jesús, circunscribiendo su proveniencia dentro de algunas conjeturas miopes, pretextuosas, empapadas de prejuicio e ignorancia, negando su divinidad y el mandato supremo de Mesías, ellos reniegan también su proveniencia divina, el acto criatural del cual hacen parte y el rostro de Dios mismo. De esta manera la criatura humana sofoca en sí misma el conocimiento y la inteligencia para poder conocer a Dios, sí misma, la vida. Jesús, el Mesías, no podrá nunca ser conocido por el hombre con el saber de la mente sino solo a través del conocimiento del amor, de la experiencia íntima del corazón, del afecto y de la confianza. ¿Por qué? Porque el saber de la mente no abre necesariamente al amor, mientras el conocimiento en el amor abre siempre e indispensablemente también la mente al saber. El saber no conduce nunca al conocimiento, pero el conocimiento conduce siempre al saber.