En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 29 Marzo 2023

Quinta semana de Cuaresma

Palabra del día
Evangelio de Juan 8,31-42

Libertad

¿Cuántos libros se han escrito acerca de la libertad? ¿Cuántas guerras se han combatido en nombre de la libertad? ¿Cuál guerra no se ha combatido en nombre de la libertad? ¿Cuál parlamento no se identifica directamente como el templo de la libertad y cuál político no crea su imagen como sacerdote del templo de la libertad? ¿Cuál constitución civil se ha redactado sin ahondar sus principios en la libertad? ¿Cuál lista de derechos humanos se ha compilado sin tener la libertad del hombre como vértice y raíz? Ciencia, cultura, política, economía, tecnología, religiones, todo está oficialmente a servicio de la libertad del hombre. Ser libres es el deseo príncipe de todas las generaciones jóvenes. Todo debe ser libre. Libre debe ser el pensamiento, libre el mercado, libres los negocios, libre la religión. Todo debe estar en la libertad y ser para la libertad. ¿Cómo vivir sin la libertad de palabra, de expresión, libertad de comunicar, libertad de amar, de viajar, de elegir el propio destino, libertad de opinión? ¿Cuántas leyes se han promulgado para defender la libertad del hombre? ¿Cuántas palabras se han gastado en nombre de la libertad, para defender la libertad, para invocar la libertad, para implorar, alabar, celebrar la libertad? ¿Cuántas revoluciones, luchas ideológicas, reclusiones en nombre de la libertad? ¿Cuántas esclavitudes, torturas, cuantos campos de concentración, saqueos, homicidios, masacres, cuantas devastaciones en nombre de la libertad, para la libertad, por amor de libertad?
Jesús encuentra un grupo de judíos que se habían demostrado disponibles a su Palabra e incluso habían creído en él y Jesús intenta un ahondamiento, un ir en profundidad en la vía del conocimiento, y les revela lo que es la libertad, lo que no es la libertad, como se obtiene, se alcanza, se vive la libertad. Revela todo esto no según el pensamiento, las convenciones, las convicciones de los hombres, sino según el diseño de Dios. Jesús revela a estas personas el conocimiento de la libertad y dice literalmente: si ustedes permanecen [griego: mèno] en la Palabra aquella mía, verdaderamente discípulos [griego: mathetès] mios son, y conocerán la verdad [griego: alètheia]  y la verdad liberará [griego: eleutheròo]  a ustedes.
El inicio de todo el proceso que conduce a la libertad y a la liberación del hombre es un estado espiritual e intelectual bien preciso, el secreto de los secretos de la libertad reside en un verbo: permanecer, en griego mèno, “permanezco estable, persisto, continuo a existir, quedo firme, persevero, resisto”. Etimológicamente este verbo se enlaza con el egipcio mn, “quedar, estar firme, ser estable”, con el acadio manzazu, “espera, parada, estación de parada”, y con el hebreo menuchàh, “lugar de parada, lugar de descanso, lugar donde nos detenomos en la paz”. Primer paso hacia la libertad, primer pasaje del procedimiento evangélico para ser libres, es permanecer, habitar, residir establemente en la Palabra de Jesús y al mismo tiempo hacer de manera que la Palabra de Jesús habite, resida establemente en nosotros. ¿Qué significa permanecer en la Palabra de Jesús? Significa conocerla, practicarla, navegar dentro de ella, apasionarse a ella, enamorarse de ella, entrar en ella con gusto, con profunda gratificación y gratitud, probar grande amor y total confianza por ella. ¿Qué significa hacer de manera que la Palabra permanezca en nosotros? Significa hacer de manera que el amor y el profundo transporte por la Palabra nos conduzcan a la absoluta convicción de sustituir, en todo frangente de la vida, las palabras humanas, tan oscuras, siempre juzgadoras, tristes, rebosantes apego y posesión, vanidosas, deprimidas, falsas y de las cuales empapamos nuestros diálogos interiores, con las palabras de la Palabra, tan llenas de vida, de alegría, de inspiración, rebosantes sabiduría, perdón y compresión. El segundo paso es una consecuencia del primero. Un hombre que ama la Palabra y se enamora tanto de ella que elige con decisión sustituirla, en todo diálogo interior propio, a las palabras humanas y engañosas, se vuelve un discípulo de Jesús más allá de toda confesión y pertenencia religiosa. ¿En qué sentido se vuelve discípulo? La Palabra, con la cual el creyente en Jesús sustituye gradualmente en el propio diálogo interior todas las palabras humanas fruto de los adiestramientos y manejadas por el ego, se vuelve inevitablemente elección de vida, acciones, conductas, personalidad, esencia misma del hombre. Es así que la Palabra transforma el creyente en Jesús en un discípulo de Jesús.
Ser discípulos de Jesús permite el tercer paso hacia la libertad, permite entrar en la fuerza del conocimiento, permite acercarse a la verdad como Dios la entiende y no como el hombre pretende poseerla. Desde el instante del nacimiento, la lucidez de la inteligencia del hombre está sometida a toda forma de abuso, lavado de cerebro bajo la forma de morales, convenciones, adiestramientos, y todo tipo de mentiras y engaños colosales. El discípulo de Jesús, permaneciendo en la Palabra y alimentándose de ella, tiene la posibilidad de iniciar a sembrar en la propia mente y en el propio espíritu las semillas de la verdad según Dios y no según los hombres. A este punto ocurre el milagro, el milagro de la libertad, aquella verdadera, aquella según Dios y la Vida. Es la verdad y nada más que tiene el poder de liberar al hombre. La verdad tiene el poder de volver libre el hombre: el texto usa el verbo griego eleutheròo, aun si generalmente para expresar este mismo concepto el evangelio usa el verbo lýo, “desato, libero”, en todos sus compuestos. En los evangelios eleutheròo aparece sólo dos veces: aquí y en Juan.¿Qué significa eleutheròo? “Vuelvo libre”, pero con relación a alguien. Significa que el estar sin libertad es debido al hecho que se es poseídos por alguien, por alguien que no quiere nuestro bien, que nos tiene esclavos y nos posee. No es propiamente desatar un lazo de esclavitud, cuanto en cambio liberar de un vínculo que quita la pertenencia a la propia esencia espiritual y humana de hijos de Dios. Eleutheròo, de hecho, etimológicamente significa “estar libre de vínculos tributarios”, en cuanto perteneciente al pueblo, es decir a la familia. El originario acadio aladu, “dar a luz”, está conectado a la raíz semita yld, que reconduce al hebreo yèled, “hijo, generado”, “nacido”, y yalàd, “generar”, refiriéndose al nacer, al existir, al ser pertenecientes, el acadio ellu significa “libre”. Eleutheròo es entonces ser liberados en el sentido de volver a pertenecer a algo más, a alguien más del cual se ha sido anteriormente desarraigados, es salir del control, de la posesión mortal de alguien para renacer en el estado del ser libre. La liberación y la libertad que Jesús viene a proponer al hombre es la libertad del dominio y de la posesión de Satanás, el Maligno, al cual el hombre se ha sujetado a causa de las alianzas estipuladas con él, dominio satánico que genera esclavos del pecado, pecado que significa etimológicamente “fallar de mira con respecto a un centro”, al centro de la vida y del amor. Jesús dice literalmente: Amén amén digo a ustedes que cada cual hacedor el pecado es esclavo del pecado. Según Jesús es la Verdad que genera hijos libres, mientras el pecado, el dominio de Satanás, genera esclavos. La libertad que Jesús propone no es una libertad genérica, es la libertad del dominio destructivo de Satanás, que se manifiesta en el diálogo interior del hombre que regurgita sed de dominio, vanidad, avidez, competición, conflicto, cólera y rencor. Hasta que quedará esclavo del dominio de Satanás, el hombre podrá llenar de libertad las palabras de su boca pero no su corazón, sus intenciones pero no sus acciones.