En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Sábado 22 Abril 2023

Segunda semana de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Juan 6,16-21

En seguida tocó la orilla

Espacio y tiempo son las dos dimensiones fundamentales a las cuales está atada inseparablemente nuestra vida, cada cosa de nuestra vida. Espacio y tiempo determinan el ritmo y la modalidad del vivir más de lo que estamos acostumbrados concebir. El espacio es la dimensión que facilita u obliga cercanía y distancia, separaciones y encuentros. El tiempo es la dimensión que ritma cotidianamente la distancia y la separación entre deseo y realización, intenciones y elecciones, proyectos y ejecución.
Cuando Jesús sube a la barca de los discípulos, las dimensiones tiempo y espacio se unen, o mejor, se funden, cambian de densidad y significado: Esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban. Eutheòs, “en seguida, al instante”, dice el texto. En seguida cuenta la dimensión del tiempo, tiempo que con Jesús presente se vuelve el presente total y único del existir. La vida ya no es ayer, no es nunca mañana. Amar y creer en la potencia del presente es quitar a la dimensión tiempo la fuerza de interponerse entre el deseo y la realización, entre la intención y la elección, entre el deseo de salir desde el mar agitado, de llegar y estar al seguro y la orilla misma. Con Jesús en la barca, el tiempo se doblega al deseo en seguida, al instante, sin esperas y prórrogas. Con Jesús en la barca y en el corazón, el tiempo se hace por fin puntual. La barca tocó la tierra cuenta el espacio, la dimensión del espacio de las cosas, de las personas, de las ideas, de las situaciones. La barca, el espacio vital, el espacio relacional, el espacio afectivo, el espacio laboral, con la que cruzamos el mundo y la vida, es la que es, es la que nos hemos encontrado, a la cual nos hemos adaptado o hasta obligado. La barca cuenta el espacio mental, organizativo, cultural, material, económico donde nos movemos. Embarcar a Jesús y a sus procedimientos en la barca de la vida y del corazón hace que cada embarcación, exactamente aquella que estamos utilizando para cruzar el mar agitado de la vida y de los hechos, se transforme en un espacio útil, eficaz y extraordinariamente poderoso para realizar nuestros deseos y los deseos de Dios para nosotros. La barca de los discípulos no es una barca extraordinaria, sino exactamente por el hecho de que está amada, utilizada, entendida y vivida al presente, con Jesús a bordo, es el medio más funcional para realizar los propios deseos, alcanzar la orilla, abandonar el miedo, encontrar la salvación. La orilla adonde iban cuenta la dirección creada por el deseo, en este caso el deseo de salir cuanto antes de la agitación peligrosa de aquel mar borrascoso. Es siempre el deseo que crea la dirección, que crea el viaje, el itinerario, no lo contrario. Es descubrir el tesoro en el campo que agita como nunca antes el vivir, desplaza equilibrios y pesos, propone metas, organiza mente y pies, crea proyectos, motiva itinerarios , perspectivas, elecciones, dedición. Es el deseo de llegar a la orilla, para estar al seguro, que dobla el timón, que crea la estela en el mar, que establece la intensidad y la densidad del tiempo. El miedo dilata los segundos en milenios, el amor transforma los años en minutos.
Viviendo juntos con Jesús, el tiempo, el espacio, el deseo se fusionan en un en seguida para nosotros casi desconocido, un en seguida lleno de amor y ternura, luz y ayuda, es el en seguida de la providencia divina, de la presencia divina. Es en este en seguida de Dios, que el espacio y el tiempo ya no tienen la fuerza de comprimir nuestra mente y nuestras emociones con la competición, con el miedo de perder, con la pretensión de retener, con la toxicidad de los apegos.