En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Domingo 30 Abril 2023

Cuarta semana de Pascua – Ciclo A

Palabra del día
Evangelio de Juan 10,1-10

Predador 

Para alcanzar el corazón del hombre y la mente de los pueblos, el predador sube “por otro lado”, en griego allachòthen, adverbio de lugar con sentido dinámico, de movimiento, de acción reiterada continuamente. No es sólo el llegar-subir a otro lado, sino es subir precisamente por la parte transformada, desde el lugar del falso, del reemplazado. El predador alcanza al hombre llegando por otro lado, a través de boquetes y subterráneos mentales no previstos como puertas, obscuros com pasajes, inadecuados como puentes.
El predador que sube por el otro lado, por la puerta no diputada, está definido por dos términos, ladrón (en griego: klèptes) y asaltante (en griego: lèstes), que bien describen las dos acciones-procedimientos de Satanás. El primer término, en griego, es klèptes, del radical klept- del verbo klèpto. La etimología de este sustantivo estriba en la idea de esconder, engañar, cubrir, revestir, envolver, meter una cáscara, un caparazón. El acadio chalapu es de hecho “esconder”, desde el cual deriva una familia de términos como: tugurio, cáscara, caparazón, concha, escondite. El primer trabajo del predador es esconder, empatinar, enmascarar la realidad con una gelatina oscura que la falsifique, así que lo real aparezca irreal y lo no-real aparezca real. El segundo término con el que en griego está descrito el predador es lestès, del radical leid- del verbo lèzomai, “me apropio, cojo en las garras”. El sustantivo lestès significa “delincuente, bandido, salteador, ladrón, pirata, predador, saqueador”. La etimología de este término lleva la idea de agresión con las armas, apropiarse de alguien/algo a través del ataque improviso, de la mala intención, de la violencia. El acadio lapatu indica “agredir, meter las manos encima”.
Una vez cambiado-desviado, empatinado el percibir de la realidad, en la confusión de la idolatría, él ahora puede depredar, arrear, poseer, devorar con toda la agresividad que le es característica.
Al versículo 10 están también bien explicadas las tres acciones cumplidas por el kleptès: robar, matar y destruir, en el texto griego correspondientes respectivamente a los verbos klèpto, thùo, apòllumi.
Klèpto, “robo, cojo escondidamente, rapto; opero con engaños, disimulo, oculto, enmascaro”. Thùo, “sacrifico, inmolo, quemo la víctima, hago un sacrificio, mato”. Apòllumi: “arruino, hago perecer, destruyo, desvanezco, perezco”, verbo formado por la preposición apò (intensivo) unida al verbo òllumi (hago perecer, podrido), o bien apollùo, “reduzco hasta la nada, consumo, aniquilo”. Entonces no se trata simplemente de morir, sino de ser destruido, arruinado, estar perdido, ser aniquilado.
Jesús afirma que el “escondedor”, el diablo, rapta al hombre, quema al hombre, aniquila al hombre. Por excelencia Satanás es aquel que cumple sus sacrificios quemando carne humana: hace de manera que los hombres, las carnes de Dios, sean transformadas en carne de cañón, carnes para quemar, seres para aniquilar.
El Pastor Bello, Jesús, entra sólo por la puerta del corazón, la puerta dedicada, en total absoluto respeto y libertad, sin engaños ni coberturas, escondimiento y falsedades: viene para ofrecer a la humanidad prados y bienestar, viene para ofrecer su vida para dar a nosotros la vida y vida en abundancia, vida sin fin.
A nosotros, a todos nosotros siempre y de todos modos la elección: o dejarnos alcanzar, raptar, quemar vivos y aniquilar por el Predador, o dejarnos guiar y conducir por el Pastor Bello, conducir hacia su magnífico bienestar, hacia su plena felicidad.