En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Lunes 1 Abril 2024

Lunes de la octava de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Mateo 28,8-15

Chàirete

Jesús resucitado va hacia sus amigos y antes de todos encuentra a las mujeres de su grupo y las saluda. De hecho el texto griego usa el verbo chàire en la forma imperativa chàirete, “alégrense, estén en la alegría”, más precisamente, “entren y permanezcan en la alegría, en la gracia, en el amor”. La primera palabra de Jesús resucitado a la humanidad es un imperativo, el dulcísimo, solemne imperativo de entrar y permanecer en la alegría, en la paz, en la gracia y en el amor. Todo en Jesús es en nombre de la alegría, y para la alegría. Todo el mensaje de Jesús es reunido en un texto que llamamos evangelio, palabra que deriva del griego euanghèlion, “feliz anuncio, buena noticia”. El corazón mismo del evangelio, las Bienaventuranzas, es decir los mandamientos de aquellos que creen en Jesús, son un himno a la alegría y a la felicidad, son procedimientos para ser felices y vivir en el bienestar y en la paz. Cada palabra de Jesús, cada inspiración, cada conocimiento que Jesús nos dona, cada gesto y milagro suyo tienen como finalidad la alegría, la felicidad, el bienestar del hombre. De alegría está entretejido el saludo del ángel Gabriel a María, cuando le anuncia que se volverá madre del Señor, de alegría cantan los ángeles junto a las pastores delante de la gruta de Belén. La finalidad de la encarnación de Jesús y de su visita a la tierra es nuestra alegría y nuestra felicidad. Él lo afirma con fuerza cuando en Juan 15,11 revela la finalidad de todo su mensaje a la humanidad: Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Traducir chàirete con qualquier otra palabra que no signifique alegría no sólo es equivocado etimológicamente sino que es también señal de la superficialidad y de la desenvoltura desviadora con la cual se pueden tratar las palabras de Jesús, sus indicaciones, sus inspiraciones y sus procedimientos. ¿Puede Jesús resucitado, mientras encuentra su hija humanidad, aquella humanidad por la cual, según el inconmensurable proyecto de amor del Padre, ha cruzado los cielos de cielos encarnándose en el vientre de María, ha aceptado procesos, torturas, humillaciones, escupitajos, flagelo, cruz, muerte cruenta y terrible, saludarla con un genérico saludo convencional y de circunstancia?
Chàirete no es un saludo, es un imperativo. El imperativo sobre el cual la humanidad liberada, la comunidad de los creyentes, debe mover los primeros pasos. El imperativo que revela, afirma, inspira, proclama, anuncia: entren en la alegría, moren en la alegría, permanezcan en la alegría. Regocijénse es el mensaje, la propuesta imperativa, la inspiración salvadora de Jesús resucitado a sus amigos e hijos. El imperativo de Jesús anuncia nuestro destino y nuestra misma esencia, incluso nuestra naturaleza y la energía de la cual somos compuestos y creados: alegría, alegría, alegría de Dios. Nosotros somos hechos de la alegría de Dios. La evangelización se basa sobre este imperativo: ser felices  y en la alegría. A la alegría debe llevar la catequesis, guiar el conocimiento, encaminar la Palabra y conducir la oración. Si Jesús que es anunciado y predicado no inicia desde la alegría y no conduce a la alegría no es el Jesús de Dios Padre y del Paráclito Espíritu sino de alguien más. Jesús es alegría, siempre alegría, toda la alegría. El hombre mismo está hecho de la alegría de Dios. El ADN del hombre está hecho de alegría y su espiral se eleva como una escalera hacia Dios para alabar su Nombre Santo. El hombre está electroquímicamente compuesto y hecho de alegría, de la alegría de Dios, y, cuando la mente y el espíritu del hombre no están en la alegría, el ADN y todos los procesos electrobioquímicos del cuerpo ya no cantan la música de Dios, sino mascullan las melodías distorsionadas del príncipe de los reinos oscuros, Satanás. Quien dice creer en Jesús y querer seguir su Palabra y no está profundamente siempre alegre dentro, sino que se deja persuadir por la rabia, convencer por el rencor, enganchar por la venganza, someter por la ira, no está siguiendo a Jesús, sino a una devoción malvada, una religión oscura, una confesión tenebrosa.
La señal de la cruz, la bendición de los amigos de Jesús es: chàirete en nombre del Padre, chàirete en nombre del Hijo, chàirete en nombre del Santo Paráclito. Amén, chàirete.