En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Jueves 4 Abril 2024

Jueves de la octava de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Lucas 24,35-48

Fantasma

El pasado es un fantasma. El futuro es un fantasma. El pasado ya no existe, el futuro no existe todavía. El pasado es una invención de la mente, el futuro es una invención de la mente. El pasado es apego a lo que ha ocurrido. El futuro es apego a como quisiéramos que ocurriera. Lo que ha ocurrido en el pasado ya no existe más pero puede quedar presente como un fantasma en la mente por muchos, muchos años. Lo que deberá ser en el futuro no existe todavía, pero puede ya estar presente en la mente desde muchos, muchos años. Una mente tan llena de fantasmas no puede que ver fantasmas también donde no hay y transformar en fantasmas también el presente y la realidad. Los discípulos de Jesús están todavía anclados y tenazmente apegados al pasado oscuro de los días oscuros de la pasión y de la muerte en cruz de su Maestro y tenazmente apegados a un futuro que ya no podrá ocurrir ahora que por sus ojos Jesús ha muerto. En realidad están apegados a sus fantasmas, a sus convicciones religiosas inextirpables, a sus prejuicios mentales arraigados, a su miedo congénito, a sus primordiales legados culturales, y a sus limitadas perspectivas egoístas. ¿Por qué la mente de los discípulos no logra comprender y aceptar la resurrección de Jesús, como un nuevo, resplandeciente presente? ¿Por qué los discípulos continúan a tener dudas incluso delante de Jesús presente en medio de ellos, que come un pedazo de pescado asado? La mente de los discípulos estaba más preparada a aceptar el estrago de la matanza de Jesús que la realidad de su radiosa resurrección. La mente no sólo no acepta aquello que no ha podido conocer en precedencia, sino sobre todo no acepta aquello que no sabe como poder manejar en el futuro. La resurrección cierto no hacía parte de la costumbre cultural de los discípulos de Jesús, aun si habían asistido a varias resurrecciones realizadas por Jesús. El engaño satánico ha conducido la mente humana a tener más confianza, consideración, respeto, reverencia por la muerte antes que por la vida, por la violencia antes que por la paz, por la venganza en vez del perdón, por el poseer más que por el amor y el don de sí. Al mismo tiempo la resurrección de Jesús no podía ser aceptada por la mente obtusa de los discípulos porque cristalizada en la certeza que aceptar la resurrección de Jesús no hubiera sido sólo aceptar algo desconocido, y por lo tanto radicalmente nuevo, sino aceptar algo de donde se hubiera debido reescribir toda la historia presente, pasada y futura. Para los discípulos de Jesús es más espontáneo mentalmente creer que Jesús sea un fantasma y su convicciones verdad, antes que creer a Jesús como verdad y poner en discusión sus convicciones como fantasmas.