En esta sección cada día es posible encontrar una reflexión sobre el Evangelio del Día.

Miércoles 3 Abril 2024

Míecoles de la octava de Pascua

Palabra del día
Evangelio de Lucas 24,13-35

Tristes

Los discípulos de Emaús encuentran a Jesús por el camino, no lo reconocen, pero detienen sus pasos para responder a sus preguntas. El texto dice literalmente: y se pararon tristes [griego: skythropòs].. El término griego skythropòs, con el cual el texto traduce aquel estar triste, etimológicamente significa “del todo enfadado”. Skythropòs  deriva de la raíz skythr – del griego skythròs, “hosco, enfadado, sombrío, torvo”, unido a òps, “ojo, rostro”. La raíz skythr está a la base del verbo skýzomai, “estoy enfadado, estoy indignado” que a su vez deriva de los arameos-hebreos shaqàs, “estar en rencor en contra de, detestar”, sheqès, “odio, abominación”, a su vez originados del acadio shakasu, “mirar con malos ojos”. Los discípulos de Emaús encuentran a Jesús, el Dios de la alegría, y no lo reconocen porque están tristes. Pero, ¿qué es la tristeza? La tristeza es rabia, simplemente rabia. La rabia es el fluido mortal de Satanás que hace ahogar la alegría del corazón y del espíritu y envenena nuestras células. La alegría es el fluido vivificante de Dios del cual está entretejida toda la vida, que llena de vida el corazón y el espíritu, y vuelve sanas y fuertes nuestras células. El fluido mortal de Satanás se puede vestir de maneras diferentes, pero es siempre de la misma naturaleza, es rabia. Se puede mostrar como tristeza pero es rabia, se puede mostrar como decepción pero es rabia, como melancolía, amargura, desolación, desmoralización pero siempre de rabia se trata. Se puede mostrar como aflicción, mal humor, desánimo, depresión, pero en realidad se trata de rabia, purísima rabia. La mente puede describir de mil maneras el fluido venenoso de la rabia dentro de sí, pero siempre rabia es.
¿Qué hace la rabia? La rabia detiene los pasos, clava los pensamientos, engatusa los deseos, bloquea la energía de la vida. La rabia detiene el movimiento de la vida para transformarlo en agitación, ansiedad, competición, lucha, conflicto, batalla, energía destructiva. La tristeza de los discípulos de Emaús no es que rabia, rabia negra y venenosa. Los discípulos de Emaús están profundamente enojados con los eventos, con los señores del templo, con los dirigentes del pueblo, con sí mismos para haberse dejado desviar, con la vida que permite semejantes injusticias y violencias, con Jesús sobre el cual habían depositado esperanzas y sueños, con Dios porque se sienten traicionados y abandonados por él. Jesús no encuentra dos discípulos inciertos, bloqueados, de la fe pequeña, de la espiritualidad inmadura, sino que encuentra dos discípulos enojados, llenos de rabia y rencor y, en consecuencia de esta su rabia deformante, devenidos inciertos, bloqueados, de la fe pequeña, de la espiritualidad inmadura. Es esta rabia que corre en la mente y en el corazón, que transforma el diálogo en discusión polémica, la relación en conflicto, la unidad en separación, la capacidad de ver y comprender en ceguera intelectual y estupidez. Nada en el mundo como prolongados e intensos períodos de pensamientos de rabia tienen el poder de volver la mente estúpida, ininteligente. Es esta rabia que vuelve ciegos los ojos de la mente y del corazón de los dos viandantes de Emaús al punto que ellos ya no reconocen más a Jesús ni siquiera cuando se acerca a ellos: el texto dice que algo impedía que sus ojo lo reconocieran. No es un impedimento misterioso, místico, es simplemente rabia que apaga toda visión intelectual y espiritual. Es la misma rabia interior que vuelve impedidos los ojos de los discípulos porque detenidos del reconocer, y vuelve su corazón insipiente, necio, ininteligente y tardo, lento, duro. Es la misma rabia que Jesús logra desatar en el corazón de los discípulos de Emaús con la potencia y el calor de la propia Palabra, y que deja inmediatamente lugar a la alegría, a la paz interior, a la comprensiòn, a la pasión amante, a la loa, al deseo de unión, a la compartición, a la Eucaristía, a la carrera evangelizadora.